El escocés David Moyes atrajo los focos en el estadio de Riazor de La Coruña, donde las cámaras aguardaron con paciencia su salida del vestuario, con los flashes preparados para iluminarlo, y después, mandó en el banquillo en su debut en España, donde tuvo su primer incidente diplomático con el “buzo” de la Real Sociedad.

¿Qué pasó? Moyes no conocía los nombres de sus jugadores y tuvo problemas para darles indicaciones en pleno partido.

Después del impacto mediático que tuvo su llegada a la Liga española, cimentado el recuerdo de una década de gloria en el Everton y de una etapa efímera en el Manchester United, Moyes afrontó con determinación su debut en el banquillo de la Real Sociedad.

Tenía ganas de sentarse en él, pero estuvo mucho tiempo de pie, incluso bajo la lluvia, con las manos casi siempre en los bolsillos, americana abierta, elegante, gesticulando con la cabeza y, de vez en cuando, con los brazos.

Fue a la media hora de partido, en uno de esos momentos del partido en el que optó por sacar las manos de los bolsillos porque quería tenerlo todo controlado, hasta al preparador físico del Deportivo, al que mandó calmarse cuando el colegiado lo expulsó por protestar.

El gesto no gustó en absoluto al miembro del cuerpo técnico del equipo coruñés, Roberto Cabellud, y lejos de tranquilizarlo, lo calentó aún más.

A tres metros de distancia, a la altura de la caseta del cuarto árbitro, tuvieron que pararle el delegado del Deportivo y hasta el segundo capitán del conjunto blanquiazul, Laure, para que no se fuera hacia el escocés.

No pasó a mayores, aunque a Moyes le sirvió para tener su primer diálogo con un árbitro en la Liga, el navarro Prieto Iglesias, que le advirtió, pero le dejó completar su debut en el banquillo después de hablar con el delegado del conjunto vasco, Matías Jiménez.

Y allí siguió Moyes, con templanza, pero inquieto, rebasando incluso el área técnica, vigilado por el cuarto árbitro, hasta que acabó el encuentro con su primer punto al frente de la Real Sociedad.