El Barcelona volvió a conquistar el Santiago Bernabéu, castigando a un defensivo cuadro madrileño, que encontró el gol con Cristiano Ronaldo, pero que de ahí no supo sostenerlo y fue superado con los goles Puyol y Abidal.

Fue el día en el que Cristiano se quitó de un plumazo su ansiedad en los clásicos. Más asociativo y generoso con sus compañeros. Desgastándose en labores defensivas. Multiplicándose en cada contragolpe. A los once minutos rompió la baraja. No podía ser de otra forma. A toda velocidad. Con un pase al espacio de Benzema. Aprovechando el agujero que dejó Dani Álves para romper con una bicicleta a Piqué y superar por bajo con un potente disparo a Pinto.

Era el momento de decidir dónde ubicar la línea de presión. Nunca estuvo alta pero los errores en la salida de balón de Altintop, Coentrao y Carvalho la fue retrasando. El Real Madrid ya tenía el botín deseado. El Barcelona un estilo que le iría dando las oportunidades. Era cuestión de paciencia.

Se descolgó demasiado del ataque Leo Messi . Su sombra era Lass. Le incomodó siempre en el momento en el que arranca la jugada. Fue Alexis el encargado de enloquecer a la zaga blanca. Con Ramos multiplicándose ante las carencias de sus compañeros y Casillas salvador. Le sacó una a Iniesta abajo. Otra para ver repetida a Messi pegada al palo. Y siempre con el factor suerte de los postes. El travesaño repelió un testarazo de Alexis.

El plan de Mourinho se tambaleaba pero se mantenía en pie. Y eso que Pepe parece obsesionado en romperlo. Una nueva patada a destiempo. Un pisotón a Busquets le hizo jugar condicionado por una tarjeta 67 minutos. No hubo más noticias para Pinto. Abidal estuvo salvador en los momentos en los que sus compañeros perdían un balón y se encontraban con una contra antes de darse cuenta.

La sinfonía azulgrana funcionaba. Solo le faltaba afinar el remate. Iniesta, que tenía el chollo de medirse a Altintop, perdonó otra clara ante Casillas. Un mal control le condicionó. Chutó con la zurda al lateral de la red. A Guardiola se le veía tranquilo. Sabía que el gol tenía que llegar. Y lo hizo de la forma menos pensada. El equipo de los bajitos marcó a balón parado.

Nada más iniciarse la segunda parte un despiste en la marca de Pepe lo aprovechó Puyol. Un testarazo a la red con la potencia con la que marcó a Alemania para meter a España en la final del Mundial. Inapelable. Descolocó al Real Madrid . Aturdido. Encerrado en su terreno y apunto de caer derribado.

La imaginación de Cesc e Iniesta se asoció. Pase picado y remate en carrera. De nuevo el poste salvó a Casillas. Mourinho debía actuar. En su banquillo tenía a Marcelo, Özil o Callejón. Mientras pensaba, Benzema dejaba un remate para levantar el ánimo al Bernabéu. Un centro de Altintop lo estrelló en el poste de Pinto.

Cuando se afeaba el duelo el fútbol salió premiado. En la noche de Alexis apareció Messi. Como siempre lo hace en partidos decisivos. Picó el balón al desmarque de Abidal que controló con el pecho y chutó cruzado. El gol de un lateral a domicilio. El fiel reflejo de una superioridad azulgrana que alimenta la obsesión blanca. Ni con planteamientos valientes, ni con ultra defensivos puede a su eterno rival. Solo le queda la heroica en el Camp Nou.