El viene invirtiendo millones de dinero en la contratación de grandes figuras para que militen en su liga local y esta sea atractiva para los aficionados.

Este crecimiento del fútbol en el país asiático hace pensar al sueco Sven Goran Eriksson, entrenador del equipo Shanghai SIPG, que China será capaz de competir para ganar el Mundial de fútbol de aquí a diez años.

“De aquí a 10 o 15 años, estoy seguro de que la selección china estará compitiendo para ganar el Mundial”, declaró el exseleccionador de Inglaterra la víspera de un partido de su club en Liga de Campeones de Asia frente al Melbourne Victory.

La selección china ocupa actualmente la posición 93 en la clasificación de la FIFA, entre Botsuana e Islas Feroe, y solo es la undécima nación de Asia.

El presidente chino Xi Jinping, también gran aficionado, ha hecho del éxito del fútbol una prioridad, promoviendo un plan nacional “en 50 puntos” lanzado en 2015 que busca impulsar la práctica de este deporte entre los jóvenes. En 2011, Xi, entonces vicepresidente, había declarado que desea que China pueda “clasificarse, albergar y después ganar un Mundial”.

“Actualmente, en 2016, todos los jugadores quieren aparentemente venir a China por las mismas razones”, estimó Sven Goran Eriksson, según la agencia Nueva China.

“No solo es la élite del fútbol, que se ha hecho más grande y más rica”, afirma Eriksson. “Los clubes chinos están abriendo escuelas de fútbol casi a diario, y niños y niñas comienzan a jugar”, añadió.

“El fútbol en China es prometedor, estoy seguro de ello”, afirmó el exentrenador del Benfica, Lazio y Manchester City.

Los clubes chinos gastaron, según el sitio Transfermarkt, 317 millones de euros en el mercado de invierno de fichajes, un monto nunca visto en China, utilizado para comprar a jugadores extranjeros de renombre.

El actual mercado de invierno chino, que termina el viernes, ya ha contado con la llegada de Ramires (Chelsea), Jackson Martínez (Atlético Madrid), Ezequiel Lavezzi (PSG) y Alex Teixeira (Shakhtar Donetsk), por quien el Jiangsu Suning pagó 50 millones de euros, un récord en China.