Al equipo de Luis Enrique le costó mucho elaborar jugadas claras. A pesar de imprimir un buen ritmo en el pase, los huecos escasearon y, además, el APOEL subió la defensa hasta a línea del área grande, encogiendo el campo e impidiendo que el Barcelona pudiese desplegar todas sus opciones defensivas.

Así, cuando el APOEL intentó alguna aventura ofensiva sin mucha convicción, en el robo de pelota el Barcelona se olvidó de cortas transiciones y lanzó ataques letales, aunque sin concretarse en gol.

En un partido embarullado, el Barcelona sumó su primera acción clara en una falta que recibió Messi de Vinicius, y en la que el argentino lanzó un chute directo que el meta envió a córner.

Poco antes del primer tercio, una pared entre Neymar y Messi acabó sin peligro, ante la pérdida de verticalidad del argentino frente a la portería.

Piqué debió lanzarse en dos ocasiones al suelo para cortar el tímido peligro que armó el APOEL cuando vio la ocasión de lanzar un balón largo hacia la meta de Ter Stegen, quien en una ocasión debió salir de cabeza fuera del área.