Con el fichaje de Luis Suárez el Barcelona recupera la figura de un ‘9’ goleador que completará el flanco ofensivo y liberará a Lionel Messi de la necesidad de monopolizar el ataque culé, a la espera de la eclosión de Neymar, más tímido que determinante en su primer año en España.

31 goles y una Bota de Oro son el principal argumento de un delantero cuestionado por el mordisco a Giorgio Chiellini en la fase de grupos del Mundial y la consiguiente sanción impuesta por la FIFA: Suárez estará alejado cuatro meses de los terrenos de juego.

Carácter y ambición subyacen bajo los tres incidentes similares (con el centrocampista del PSV Eindhoven Otman Bakkal, con el lateral del Chelsea Branislav Ivanovic y con Chiellini) protagonizados por Suárez, que a lo largo de su carrera acumula 17 partidos de sanción por estas acciones, a los que hay que sumar ocho con Uruguay (ya cumplió uno) y todos los que dispute el Barcelona hasta finales de octubre.

Pese a encontrarse, a sus 27 años, en el mejor momento de su carrera, la venta del uruguayo se convirtió en una obligación para el Liverpool, cuya imagen se ha visto dañada tras una nueva agresión de Suárez. Su reincidencia, sin embargo, no alejó al Barcelona de un delantero que asegura movilidad y gol y que participa de las tres posiciones de ataque.