Si el Barcelona había disipado dudas ante el Atlético de Madrid (3-1) una semana antes el Camp Nou, Lionel Messi hizo lo propio la misma semana en la que Cristiano Ronaldo se llevó el Balón de Oro.

Tal vez Cristiano Ronaldo picó a Lionel Messi con eso de que quiere igualarle en trofeos el próximo año, y los dos han iniciado ya en el césped la carrera por el siguiente.

Si Cristiano Ronaldo marcó dos ante el Getafe, Messi respondió con tres tantos en el partido ante el Deportivo La Coruña para guiar al Barcelona en Riazor y mantener el pulso por la Liga.

Con Neymar en una banda y Luis Suárez en punta, Messi tiene libertad para emerger desde la banda derecha o desde una posición más centrada, participar en la construcción de las jugadas y culminar la obra en el área.

En Riazor, Messi fue solidario y ambicioso, obrero y promotor como hacía tiempo que no se veía, activo no solo en la elaboración de los ataques, sino también en la destrucción.

Encontró, además, el socio perfecto para brillar, Ivan Rakitic, que, junto a Neymar, le ayudaron a llevarse a casa el balón del partido.

El de Riazor no era un balón de oro, pero sí importante para Messi, que ha protagonizado más páginas por las especulaciones sobre su futuro y por la relación con Luis Enrique, su entrenador, que por su fútbol en los últimos meses.

Ante el Deportivo La Coruña, cambió el guion, enderezó el rumbo y capitaneó al Barcelona en el verde, donde fue contundente los noventa minutos.

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