Roman Abramovich es uno de esos tipos que logran lo que se propone. El dinero no fue obstáculo y desde que compró al Chelsea en el 2003 por 140 millones de libras (su valor hoy se ha multiplicado), se propuso no solo ganar la Liga Premier, sino la afamada Liga de Campeones de Europa.

Tras comprar el club y pagar su deuda, al siguiente año Abramovich armó una plantilla de jugadores que le costó 100 millones de euros. Su proyecto debía ser encabezado por un técnico capacitado y miró a José Mourinho, quien había ganado todo con el Oporto (Liga, Copa y Champions).

Ganó la Liga Premier en dos ocasiones, pero La Orejona se le resistió. Estuvo cerca, llegó a semifinales, llegó a una final con Avram Grant como DT, pero la perdió con el Manchestet United en tanda de penales.

En el 2012, con un entrenador joven como el italiano Di Mateo coronó su esfuerzo. Cuando Drogba le entregó el trofeo, tras vencer al Bayern en el propio Allianz Arena de Múnich, Abramovich habría pensado, misión cumplida. Ahora va por más.