Un punto de heroica, prácticamente un imposible, es lo que necesita el este miércoles ante el para remontar en la vuelta de los octavos de final de la un 4-0, un resultado que nadie ha sido capaz de darle la vuelta en toda la historia de las competiciones continentales de fútbol.

El Barcelona de los récords, de los títulos, de los goles; el Barcelona de , y necesita añadir ese ingrediente a su ADN para que el de mañana no sea el último partido europeo de Luis Enrique, que ya anunció su marcha al término del curso.

Después del 4-0 en París y del deprimente partido ante el Leganés (2-1), la aparición en escena del técnico ha permitido a su equipo rehacerse. Luis Enrique decidió cambiar el dibujo táctico y su Barcelona se ha rehecho.

Barcelona

Y ahora sí, en el Camp Nou sueñan, aunque saben que la remontada puede ser utópica. Los últimos resultados (1-2 en el Calderón; y un 6-1 y un 5-0 ante Sporting de Gijón y Celta, respectivamente en casa) le dan algún tipo de esperanza, pero sobre todo el agresivo 3-4-3 con el que le ha dado un vuelco a todo.

Y con esa combinación, a Luis Enrique se le han abierto muchas posibilidades. Más allá de la alineación de la tripleta de intocables delante, de la indudable presencia de Ter Stegen en la puerta y de la innegociable alineación de Piqué y de Busquets; el resto de la alineación está abierta.

Las grandes remontadas de los azulgranas no van allá del 3-0, como ante el Ipswich Town (octavos de final de la Copa del UEFA 1977-78), Anderlecht (octavos de la Recopa de Europa 1978-79) y Göteborg (semifinales de la Copa de Europa 1985-86).