Había costado el gol del empate. Edison Flores no lo pensó dos veces y antes de que le caigan los tres defensas que lo rodeaban, sacó un fuerte remate de tres dedos imposible de atajar para Claudio Bravo. Era el minuto 76 del partido.

Pero poco duró la felicidad. Cuando mejor jugaba , Arturo Vidal recibió un balón en tres cuartos de campo y sin que algún peruano lo marque remató desde fuera del área para romper la paridad nuevamente.

, en el banco, no lo podía creer. Tanto había costado remar para quedar ahogado en la orilla. El argentino buscaba una explicación en sus asistentes, pero no encontraba. Golpeaba el banquillo con todas sus fuerzas de pura impotencia.

Al final, calmado, esperó a sus jugadores en el borde del campo para darles una palmada en el hombro y reconfortarlos antes de que se metan al camerino.

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