Con un aspecto indefenso y una talla que lo hacía pasar desapercibido, Luis Reyna fue elegido por Roberto Chale para mantener al margen a Diego Maradona en el partido por las Elimintaorias de 1986.

Con la camiseta blanquirroja manga larga, por esos tiempos confeccionada por adidas, aún con logo del trebol en el pecho, Reyna salió al campo con una sola misión: anular, bloquear, neutralizar, frustrar y suprimir el juego de Maradona.

Si el Diego iba a la derecha, Reyna lo seguía, si era para la izquierda, también iba tras o delante de él. Lo miraba fijamente, lo desconcentraba de forma curiosa. Quizás nunca antes le había pasado… ese día en el estadio Nacional, desapareció.

Juan Carlos Oblitas sería uno de los héroes aquella vez gracias a un solitario gol que le dio el triunfo a Perú, una victoria auspiciosa, pero que de nada sirvió tras perder con Chile el repechaje.

“Tuve que hacer el trabajo sucio. Roberto Chale me encargó esa misión porque mi estilo se prestaba para eso. Cada vez que el árbitro giraba, yo agarraba a Diego, lo tomaba de la cintura para frenarlo. Fui fastidioso, pero no me gustó hacerlo”, declaró años después Luis Reyna,