El seleccionador brasileño, Dunga, enclaustró a sus jugadores e hizo imposible el acceso del público a los entrenamientos previos a la Copa América, que comenzaron este martes.

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Pero el empeño de Dunga en rodear con altas vallas metálicas todo el recinto de la Granja Comary, la sede de la selección en la ciudad serrana de Teresópolis, fue en vano, puesto que, a diferencia de torneos pasados, hasta ahora no han aparecido ni aficionados ni los curiosos habituales.

El lunes nadie aguardaba la llegada del autobús de la selección a Teresópolis y este martes, primer día de trabajo de Brasil, las calles cercanas a los campos de entrenamiento estaban vacías.

Dunga siempre fue partidario de la privacidad de sus equipos, pero en su primera etapa en la selección, entre 2006 y 2010, sí permitió que los aficionados presenciaran los entrenamientos desde la calle.

El motivo para la inusitada frialdad de los brasileños tal vez sea fruto de la desazón por el Mundial, o se deba en parte a la ausencia de Neymar, que está concentrado con el Barcelona para jugar la final de la Liga de Campeones de Europa.