La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) nos recuerda que utilizar un protector solar adecuado durante los primeros 18 años de vida puede reducir hasta un 78% el riesgo de cáncer cutáneo en la edad adulta.

Los niños necesitan protección y más los rubios, de ojos azules y con piel clara, que son los que precisan una fotoprotección más alta. Los efectos de los rayos ultravioleta, recuerdan los expertos, aumentan por el viento y las propiedades reflectoras de la superficie del suelo. Por ejemplo, la arena refleja entre un 10% y un 25% de estos rayos, por lo que la exposición de los bañistas es especialmente intensa.

Los pediatras apuntan que el efecto cancerígeno de las radiaciones solares es acumulativo y que las quemaduras solares repetidas, que son tan frecuentes en la infancia, se relacionan con el desarrollo posterior de tumores cutáneos.

En suma, hay que cuidarse del sol. Se ha demostrado que todas las prácticas sanas que evitan o minimizan la exposición solar, que favorecen el uso de fotoprotectores, ropa protectora y gafas, deben comenzar lo antes posible en los niños para que se conviertan en algo habitual. Los comportamientos adquiridos de forma temprana tienden a perdurar durante toda la vida.

Fuente: EFE

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