El , al igual que el resto del cuerpo, puede ser un espacio para el desarrollo del melanoma, que en este caso consiste en la multiplicación descontrolada de las células pigmentarias ubicadas tanto en la conjuntiva (parte externa del ojo), como en la capa intermedia denominada úvea, una zona que alberga gran cantidad de vasos sanguíneos. Allí puede ubicarse en el iris, que es la membrana de color distintivo en el ojo.

“Si bien para identificar un melanoma existen algunas características a tener en cuenta, en todos los casos es preciso hacer un seguimiento, que nos permita evaluar sobre todo, la velocidad del crecimiento, ya que el melanoma es un tumor que aparece súbitamente y crece muy rápido”, apuntó Rubén Berrospi, especialista de Oftálmica, Clínica de la Visión.

Agregó que, además de no poder distinguir los melanomas, los pacientes muchas veces ni siquiera pueden verlos, ya que muchos de ellos se ubican dentro del ojo. Por ello, estos deben estar alerta a algún síntoma como visión borrosa, cambio en la forma de la pupila y pérdida progresiva de la visión. Sin embargo, cuando el melanoma se ha situado en una zona lateral del ojo, puede que trascurran meses antes de que la visión se vea afectada. Y es allí donde un chequeo oftalmológico de rutina podría detectarlo de manera temprana.

“A diferencia de otra parte del cuerpo, en el ojo no se puede hacer una biopsia para determinar la naturaleza del tumor, ya que si se abre el ojo se puede dañar la visión. Por ello, cuando detectamos un posible melanoma ocular, apelamos a otros exámenes como la ecografía y la angiografía, por la cual, mediante un medio de contraste que se inyecta en el brazo y viaja hasta el ojo; una cámara especial toma imágenes del interior para determinar si existe alguna obstrucción o escapes de fluidos.”, señaló el especialista.

El especialista apuntó que el es una enfermedad rara y de poca frecuencia comparada con su par de la piel, además es menos agresivo y el tipo de células no es el mismo. En cuanto a sus causas; estas aún no se han determinado, pero existe una mayor incidencia en personas de ojos claros y ascendencia caucásica; así como aquellas que padecen afecciones a la piel, tales como una pigmentación anormal que afecte los párpados o el Síndrome de Nevus Displásico que causa la formación de lunares anormales. Además, su diagnóstico es más frecuente en personas menores de 50 años.