Con la fiesta del fútbol por el también se incrementa el uso de , los cuales pueden generar ansiedad, frustración e ira, advirtió Carlos Vera, psiquiatra del Hospital III de Emergencias Grau de EsSalud.

El especialista dijo que esos trastornos se caracterizan por un patrón de comportamiento de juego recurrente y se vincula a condiciones negativas por el abuso o uso excesivo de esta clase de juegos, en especial aquellos de guerra, peleas o el contraste de carreras / fútbol.

La falta de control de los padres en cuanto al inicio, frecuencia, intensidad, duración, finalización del juego y la prioridad que se les da antes que a los deberes diarios o estudios es preocupante por el alto nivel que alcanza este tipo de conducta y hacen de ello un problema de salud mental”, advirtió el psiquiatra de EsSalud.

Explicó que las computadoras, consolas o teléfonos celulares inducen a que niños, adolescentes y hasta adultos sean atraídos por los videojuegos.

No se trata de un simple pasatiempo y puede transformarse en un grave problema, alertó el especialista, debido a la gran cantidad de adolescentes que dejan de lado sus estudios, la vida social y familiar por este pasatiempo.

Si esto pasa los padres necesitan tomar cartas en el asunto, para limitar el tiempo en que los jóvenes pasan frente a las consolas”.

Mamá y papá no solo deben preocuparse por la salud física de sus hijos, sino también por la mental, la cual es fundamental para que tengan una vida plena y feliz.

La esencia de los juegos es premiar la permanencia y el esfuerzo, dando recompensas. Esto atrae y motiva a los usuarios a seguir, los incita hasta la compulsión y genera adicción en las personas más vulnerables”, acotó.

El especialista de EsSalud resaltó que en la actualidad se observa un incremento notable en las alteraciones del conocimiento, emociones y conductas negativas de los adolescentes.

Es clave que los progenitores hagan sentir bien a sus hijos, celebrando sus logros, prestando atención a sus emociones (felicidad, tristeza, enojo) y enseñándoles a canalizar sus sentimientos. No permitir que la tecnología siga abriendo brechas en la comunicación entre padres e hijos, además de ser una fuente latente de información inadecuada y peligrosa para la salud mental de los hijos”, concluyó.

Fuente: Andina