Las directrices cambian completamente las reglas del juego. Los pacientes ahora no tendrán objetivos, un nivel al que deben llegar, sino que serán clasificados en cuatro grupos para los que se recomiendan distintos tratamientos con los fármacos conocidos como estatinas.

Esto significa que un tercio de los adultos que viva en EE.UU. deberá considerar la posibilidad de tomar estos medicamentos que disminuyen los niveles de colesterol, en contraste con el 15% de la población que lo hacía hasta ahora.

La otra novedad de la guía publicada por el Colegio de Cardiología de EE.UU. (ACC) y la Asociación Americana del Corazón (AHA) es que por primera vez no sólo se toma en consideración los infartos, sino también los accidentes cerebrovasculares.

El anuncio generó una polémica instantánea entre médicos y especialistas dentro y fuera de Estados Unidos. Los unos para apoyarlo y los otros para destacar el riesgo de efectos secundarios, así como el impacto sobre el desarrollo de medicinas y métodos alternativos.

Sin números

Para el doctor Luis Rodríguez Padial, vicepresidente electo de la Sociedad Española de Cardiología, la pérdida de los objetivos “puede suponer el relajamiento en el interés por alcanzar una meta, como cuando uno tiene un número que perseguir”.

Cambiar esa actitud puede ser negativo, porque muchos pacientes se van a quedar por debajo de los niveles que se podrían alcanzar”, le explica a BBC Mundo.

En el pasado, las personas con niveles extremadamente altos (190 o más) de colesterol malo, conocido como LDL, además de recibir un tratamiento con estatina (lipitor y sus genéricos), también se les prescribía bajar la cifra a 70. Esto último ya no es necesario, al menos en Estados Unidos.