Uno de los problemas de salud que afecta a más personas, no solo en lo físico sino también en lo emocional, es la baja visión, una deficiencia visual no corregible por anteojos estándares, lentes de contacto, medicamentos o cirugía; y que interfiere con la capacidad para realizar actividades cotidianas.

Por este motivo, ellos deben ser tratados con mucho cuidado debido a que pueden presentar depresión por la pérdida de la independencia.

Si en tu familia hay alguna persona con este problema , te presentamos algunas recomendaciones de la doctora Rosario Espinoza, especialista en discapacidad visual de Oftálmica, Clínica de la Visión, para que sepas cómo actuar.

1. Incrementar los contrastes en zonas claves de la casa como columnas y bordes de escaleras: para ello, se puede colocar cintas de un color diferente. Además, se debe prescindir de puertas y mamparas de vidrio, ya que pueden ser difíciles de identificar. Si esto no es posible, poner a estos elementos una franja gruesa de alto contraste, y a una altura visible.

2. Adecuar la vajilla: se debe buscar que los elementos de uso diario contrasten con los alimentos, es decir, si los alimentos son de un color claro se debe utilizar un plato oscuro y viceversa. Además los vasos también deberán ser de colores y no transparentes.

3. Utilizar teléfonos fijos con botones grandes y en alto contraste, así como teclados para la computadora con las mismas características.

4. Alertar a los demás familiares y amigos de su condición, para que tomen en cuenta ciertas acciones como decir su nombre desde el primer momento del encuentro con el paciente, para que este no se sienta incómodo ni avergonzado de no poder reconocerlos. Los rostros son siempre difíciles de identificar por la falta de contraste en ellos.

5. Facilitar el apoyo psicológico por un especialista: ello ayudará mucho al proceso de rehabilitación visual, porque el paciente dará un paso hacia adelante, dándose una oportunidad valiosa para mejorar su calidad de vida, con las diversas técnicas que se le enseña, junto al uso de dispositivos como lentes especiales o lupas convencionales o electrónicas.

Según la OMS, en el mundo, se estima que 217 millones de personas sufren de discapacidad visual moderada o grave, también conocida como baja visión; es decir que aún no han llegado a la ceguera, pero que han sufrido una reducción de la función visual.