El reconocido artista plástico Fernando de Szyszlo, recientemente condecorado por el Gobierno con la Orden El Sol del Perú en el Grado de Gran Cruz en reconocimiento a su obra, nos habla sobre sus inicios y la relación que existe entre la creación pictórica y musical.

¿Ha sido distinta la emoción con esta muestra a una exposición normal?

–Esta ha sido especialmente agitada. No porque yo la haya hecho. Me ha demandado menos trabajo físico. Es una exposición más grande y ha tenido un eco mucho mayor. Más reportajes, idas al museo, etc. En ella está desde el primer cuadro que expuse en 1945 hasta pinturas de este año.

¿Cómo vivió la venta de sus primeros cuadros?

–Vender el primer cuadro fue una emoción verdadera. Era saber que para una persona que no era yo, algo hecho por mí tenía valor económico y real. Porque yo era un pintor pobre. Eso me ayudaba a vivir. En esa exposición en los años 40 vendí tres cuadros. Lo curioso es que seguí familiarizado con ellos, pues dos de ellos lo compraron amigos míos –los arquitectos Córdova y Williams– y el otro el psiquiatra Carlos Alberto Seguín. Los he tenido a la vista, en cambio el resto, mil y pico no sé dónde andan. El primer cuadro lo vendí a 300 soles, y creo que el dólar estaba a 14 soles. No era mucho.

¿Cuál cuadro le ha costado más hacer?

–Todos me han hecho trabajar mucho. Pero hay algunos que me han hecho poner más trabajo que otros, sin que signifique que sean mejores. Hay cuadros que salen muy fácilmente, en dos o tres días, y son mejores que otros que me han demandado semanas. No tiene nada que ver el tiempo que uno le pone con su calidad. Cuando pinta, uno pasa más tiempo mirando que haciendo el cuadro. Al mirar el cuadro es allí que lo estoy pintando, corrigiendo, tratando de chapar, coger la idea.

¿La pintura es cercana a la música?

–Sin duda. Lo que más se parece a la pintura es la música. Es un lenguaje que usa para expresarse elementos que son intraducibles. Los sonidos no puede ponerlos en palabras. Son una serie de notas que lo conmueven a usted profundamente, y no puede expresar qué cosa es, qué misterio, qué sonidos, luces y sombras, lo pueden afectar a uno. No es lo mismo que la literatura, que usted lo puede entender, te abre unos horizontes. Cuando lees a Dostoievski, te encuentra dentro de esas descripciones. El arte en general hay complicidad siempre, entre el que la produce y el que la experimenta. El espectador debe poner una parte de él, o sino, no está completo, no hace click.