Roland Forgues encontró que, al contrario de lo que sucede en entregas anteriores de Mario Vargas Llosa, en El héroe discreto, es el hijo, Fonchito, el que limita las libertades de su padre, Rigoberto. De esta manera, el escritor “reactualiza viejos demonios personales que tienen como marcadores personajes aparecidos por primera vez en su obra anterior”.

El crítico recordó el pasaje de la novela en la que Rigoberto dice a su hijo que, pese a ser un aficionado, no se dedicó al arte “por cobarde”. Afirmó que de esa manera queda claro que Rigoberto, como Mario Vargas Llosa, cree en la literatura y el arte como la verdadera vida.

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