En la primera mitad del siglo XX, Nueva York quería ponerse a la altura de Europa como capital de la cultura y muchos de los coleccionistas pusieron su mirada en El Greco, reivindicado por los grandes maestros de la modernidad y a quien la ciudad recuerda ahora en el 400 aniversario de su muerte.

“Éramos una nueva nación construyendo conscientemente nuestros propios museos para ponernos a la altura de los de Europa, a la altura de una civilización occidental”, explicó ante la prensa el comisario de la exposición del Museo Metropolitano de Nueva York, Walter Liedtke, un día antes de abrir al público una muestra que permanecerá abierta hasta el 1 de febrero de 2015.

La construcción de ese patrimonio cultural, aunque pasó por acumular mayoritariamente obras de vanguardia cuando en Europa todavía eran recelosos a aceptar su verdadero valor, también puso la mirada en aquellas obras que la modernidad señalaba como influencia.