LAMENTOS DE UN EXTRANJERO

MANUEL E. VALLADARES (Salvadoreño)

Cuando yo deje este mundo,

como todo ser humano,

me iré con dolor profundo

por no haber sido peruano.

Pero me iré sin rencor

ni despecho alguno,

porque yo tuve el honor

de conocer a más de uno.

Pido que en mi funeral,

me prendan más de una vela,

me canten “El Condor Pasa”

y la “Flor de la Canela”.

Cuando me estén enterrando,

quiero que sea algo bello,

que lloren “Los Morochucos”

y me canten “El Plebeyo”.

Le pediré a mi familia,

que a pesar de mis costumbres,

me saquen de New York

y que me entierren en Tumbes.

Les pediré un gran favor,

si les gusta lo que he dicho,

que me hagan el novenario

en el monte Machu Picchu.

Que me entierren una noche

mientras la Luna ilumina,

y que mi ataúd vaya cargado,

por mi amigo Mauro Mina.

Cuando Maurito se canse,

que me carguen unas llamas

y que atrás vayan cantando

muy tristemente “Los Chamas”.

Que muestre muchos dolores,

que vayan todos los días,

a poner un ramo de flores

acompañados por Cubillas.

Que escriban sobre mi cripta,

que mi hermoso sueño

además de ser peruano,

era haber sido Limeño.

Cuando descanse en la fosa

y mi alma agarre vuelo,

yo quiero que en vez de un angel,

un Cóndor me suba al cielo.

Pero si voy para abajo,

escuchen bien lo que hablo,

muy tranquilo y sin relajo,

así yo le diré al diablo:

Prepara tu voz cornudo,

prepárala porque tú,

cantarás fuerte y agudo

conmigo, ¡Viva el Perú!

Y si no lo cantas bien,

te disculpas, te me hincas,

respetarás Oh malvado,

al Imperio de los Incas.

Ahora vas a beber,

Pisco y Chicha en una barra

y vas a cantar conmigo,

“Cuando llora mi guitarra”.

No importa donde vaya,

sea arriba o sea abajo,

gritaré todos los días,

¡VIVA EL PERÚ CARAJO!