Washington D.C., que ha sufrido una de las mayores metamorfosis recientes del país, recuerda su dinámica actividad cultural de la década de 1980, cuando se la conocía como la capital del crimen, con una exposición de grafitis, su escena punk y el característico género “go-go” que brotaron en sus calles.

Contrastan con las pinturas y lienzos clásicos de los siglos XIX y XX que cuelgan de las paredes de la tradicional galería de arte, ubicada a unos pocos metros de la Casa Blanca.

“Esta fue una época de floreciente ‘hazlo por ti mismo’, en la que el lienzo era la calle, y las aceras el escenario”, explica a Efe Roger Gastman, historiador del grafiti y coordinador de la muestra.

Durante la década de 1980, Washington D.C, sede del Congreso, el Tribunal Supremo y de la residencia presidencial, contaba con los mayores índices de violencia y homicidios del país, y la droga y la corrupción calaban en todos los ámbitos sociales.

Esto se tradujo en bajos precios de los locales y una gran cantidad de almacenes abandonados, afirma Gastman, donde los “jóvenes podían hacer lo que querían, bueno y malo, y fue el germen de las escenas de punk y ‘hard-core’ y ‘Go-go’ de la ciudad”.

Entre 1979 y 1991 ocupó la alcaldía del Distrito de Columbia Marion Barry, un popular político afroamericano con historial como activista por los derechos civiles que lanzó el conocido programa de empleos de verano para los jóvenes de la ciudad. En 1991, Barry fue arrestado por consumo de “crack” y en compañía de su amante en un hotel de la ciudad.

Ése era el convulso y vibrante ambiente en la capital, en el que surgieron los SoulSearchers de Chuck Brown, el gran grupo de “go-go”, el estilo musical que mezclaba “funk”, jazz y “blues”, y que se convirtió en una de las marcas culturales de la “chocolate city”, como también se la conocía por su población mayoritariamente negra.

A la par que el “go-go”, que resonaba principalmente en la comunidad negra, surgió en paralelo la escena “hard-core” y punk que dio lugar a bandas como Bad Brains, Minor Threat o Fugazi, y que se convirtieron en fenómeno global.

Ambos colectivos convivían y coincidían en locales de conciertos, como el mítico 9.30 Club (antes llamado Atlantis) ubicado en el corredor de la calle U, en el noroeste de la ciudad, pero no estaban relacionados.

“Creo que la escena ‘hard-core’ estaba más interesada en la escena ‘go-go’, que al revés”, agrega Gastman mientras recorre los objetos y fotografías de la exposición, muchos de los cuales provienen de su propia colección particular, ya que se crió en Washington D.C.

La muestra Pump me Up trata de recuperar y homenajear esos años que conformaron la identidad de la capital estadounidense, y que poco tienen que ver con la actual ciudad de frenética actividad inmobiliaria y urbanística fruto del cambio demográfico y la expansión de las oficinas gubernamentales experimentados en los últimos años.

“Algunos dirán que para bien, otros que para mal, pero lo cierto es que el Washington de ahora no tiene nada que ver con la ciudad de entonces”, ratifica Gastman, quien se mudó a Los Ángeles a comienzos de siglo, y que ahora regresa a la ciudad de su infancia. EFE