Hace 122 años en Santiago de Chuco, provincia de La Libertad, nació César Abraham Vallejo Mendoza, uno de los más grandes poetas del Perú. Publicó en Lima sus dos primeras obras, “Los heraldos negros” (1978), cuyos poemas constituyen el inicio de una transformación del estilo expresivo, y “Trilce” (1922), poemario que significó el inició de las rimas más íntimas y personales que el mundo había visto hasta entonces.

ESTUDIOS FRUSTRADOS

En 1910 un joven Cesar Vallejo se matriculó en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional de Trujillo, pero abandonó la universidad por carencias económicas y retornó a su pueblo para ayudar a su padre con sus labores de gobernador.

En esa época, el escritor afronta la dura realidad que viven los trabajadores de las minas de de Quiruvilca, cerca de Santiago de Chuco, lo que recordará más adelante en su novela “El tungsteno” (1931).

Un año más tarde, en 1911, viaja a Lima para estudiar en la Facultad de Medicina de San Fernando, pero tuvo que abandonar la carrera rápidamente por no poder costear los estudios. Luego de esto volvió a Trujillo, fue allí en 1916 que conoce a Victor Raúl Haya de la Torre, quien pertenecía a un grupo intelectual de bohemios denominado “Grupo Norte”.

VALLEJO EN PRISIÓN

El poeta volvió a Lima en 1918 para trabajar y continuar sus estudios de letras en la Universidad Mayor de San Marcos. Ese mismo año su madre falleció, y la nostalgia familiar lo llevó a viajar a La Libertad en 1920.

El 1 de agosto, durante su estadía en Santiago de Chuco, ocurrió un incendio y el saqueo de casa del pueblo, perteneciente a la familia Santa María Calderón, negociantes y pobladores de la ciudad acusaron injustamente al escritor, quien fue apresado y arrojado a un calabozo de Trujillo donde permanecerá durante 112 días (del 6 de noviembre de 1920 al 26 de febrero de 1921), para luego salir bajo libertad condicional.

PARÍS HASTA LA MUERTE

En 1923 presentó su primera obra narrativa integrada por un conjunto de estampas y relatos, algunos ya vanguardistas. Ese mismo años, Vallejo partió a París, de donde no volvería al Perú nunca más. Sus primeros años en Europa fueron de austeridad total, pero el poeta se abrió camino al reconocimiento y al éxito durante los años que vivió en París, Madrid y Rusia.

A inicios de 1938 trabajó como profesor de Lengua y Literatura en París, pero en marzo de ese año sufre de agotamiento físico y fue internado en un clínica donde finalmente fallece un 15 de abril de 1938, un viernes santo con llovizna en París, como escribió en su poema “Piedra negra sobre una piedra blanca”.