En las extensas llanuras del departamento del Meta (centro), pequeños agricultores han encontrado en las semillas de resistente a las plagas una alternativa para hacer más productivos y rentables sus cultivos.

Anderson Osorio, un agricultor que siembra maíz en una zona rural del municipio de Granada, dijo a Efe que el rendimiento de estas semillas es “excelente”, superior a las convencionales.

“Es un cambio del cielo a la tierra porque sabemos que si sembramos una semilla genéticamente modificada no tenemos que estar pendientes de una aplicación de insecticida. Hay menos estrés en ese cultivo que en el convencional, pues en ese tenemos que estar pendientes de plagas mientras que con el otro no tenemos ese problema”, aseguró.

El agricultor, que comenzó con dos hectáreas sembradas y ya tiene 25 de maíz genéticamente modificado, destacó que decidió comenzar a trabajar con esas variedades hace dos años porque no necesitan fumigaciones y, de lejos, son más rentables que los cultivos con semillas tradicionales.

“Uno tiene que tratar de salir adelante. Lo primero que yo sembré fue un maíz convencional y me daban las dos de la mañana fumigando. Traté de salir adelante y ahí voy con lo que he podido trabajar. Mi nivel de vida ha cambiado con estos cultivos, pues tengo mis cosas para trabajar y vivir”, señaló.

Osorio agregó que tuvo que aplicar más de seis veces insecticidas para controlar las plagas en esas primeras ocasiones con cultivos convencionales.

“A la medianoche tenía que aplicar insecticidas para poder controlar la plaga. La diferencia con estas semillas genéticamente modificadas es total. Cien por ciento de rendimiento, menos trabajo, usted sabe que sembró, hizo su aplicación a la maleza y solo debe preocuparse por las aplicaciones de abono y unas buenas prácticas de manejo del cultivo”, explicó.

Por su parte, Fredy Ramos, quien lleva más de 30 años sembrando maíz en Granada, en donde tiene 70 hectáreas cultivadas, manifestó a Efe que eligió hace 10 años sembrar maíz genéticamente modificado porque es de muy buena producción y resistente a las enfermedades.

“Estamos enseñados a trabajar con el convencional pero había mucho ataque de plagas y entonces aparecieron estas semillas. Con ellas el trabajo es menor y se aplican menos insecticidas”, aseveró.

De igual manera, dijo que con los cultivos convencionales obtenía un rendimiento de cuatro toneladas por hectárea, mientras que con los genéticamente modificado es de siete toneladas por hectárea.

Asimismo, manifestó que al utilizar poco insecticida está ayudando a proteger el medioambiente y los costos de producción son inferiores.

Los cultivos de maíz genéticamente modificado son inmunes a insectos tales como los gusanos cogolleros y eloteros que se comen parte de las hojas y el tallo, lo que hace que la planta muera, y también afectan el grano de la mazorca.

“Por ley, en el caso del maíz se debe sembrar 90 % genéticamente modificado y 10 % de cultivo convencional o cultivo que no tenga la característica de resistencia a insectos”, dijo a Efe la directora ejecutiva de la Asociación de Biotecnología Vegetal Agrícola (Agro-Bio), María Andrea Uscátegui.

Señaló además que los cultivos genéticamente modificados serán clave para el desarrollo del campo colombiano una vez se firme la paz con los grupos guerrilleros.

“El agro jugará un papel importante en el posconflicto porque tendrá que brindar condiciones para que los agricultores y quienes lleguen allí tengan un espacio seguro y próspero y con oportunidades de negocio”, señaló Uscátegui, quien resaltó la importancia que tendrán las herramientas de la ciencia para mejorar la productividad de los pequeños campesinos.

Por otra parte, Agro-Bio aseguró, citando cifras del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), que de las 355.376 hectáreas de maíz sembradas en Colombia el año pasado, 85.251 fueron de semillas genéticamente modificadas.

De ese total, 26.415 estaban en el departamento del Meta, 16.084 en Córdoba (norte) y 15.503 en Tolima (centro).