Ringo Starr es un Beatle, cualidad que sólo ostentan cuatro personas en el mundo. De ahí que podemos perdonarle todo, como haberse olvidado la introducción de “Don’t Pass Me By”, no involucrarse tanto con su All Starr Band, el grupo compuesto por superestrellas con el que llegó a Lima, y que por momentos sólo se dedicara a “sonsear” sentado en la batería, mientras sus compañeros se lucían asombrosamente frente a un público hambriento de nostalgia.

Es cierto, la cualidad de Ringo siempre ha sido componer las mejores baterías para las canciones de los Beatles (algo que nunca discutiremos) y ese enorme carisma que es su marca registrada desde que saltó a la fama. Anoche vimos muchísima gracia, sobre todo cuando cogía el micrófono para cantar frente al público, pero poco del Ringo apasionado que movía la cabeza mientras aporreaba sus tambores y del que todos nos enamoramos siendo chicos.

Obviamente los años no pasan en vano, el talento ya no es el mismo y Ringo Starr lo sabe muy bien. Por eso formó la All Starr Band, un conjunto formado por estrellas de la talla de Steve Lukather (Toto), Richard Page (Mr. Mister), Gregg Rolie (Santana), Todd Rundgren, Mark Rivera y Gregg Bissonette, con quienes hizo un breve repaso por algunas de las canciones que cantó con los Beatles, un poco menos de su catálogo solista y aquellos temas propios de sus invitados.

El punto alto fue, obviamente, las canciones que Ringo hizo con los fab four, como “Matchbox”, “Boys”, “Yellow Submarine”, “Honey Don’t”, “I Wanna be Your Man”, algunas más conocidas que otras, que inundaron el local de una gran nostalgia. Y es que uno cerraba los ojos y podía imaginar aquella magia surgida en Liverpool hace 50 años, en la Caverna, en Abbey Road, en cualquier escenario que Starr compartió con John, Paul y George. Algo histórico e inolvidable.

De ahí que las grandes emociones se sintieron con “Yellow Submarine” y “With a Little Help from My Friends”, acaso las dos canciones de los Beatles que fueron un éxito en la voz de Ringo. La primera incluyó los efectos de sonidos originales del disco y la segunda se usó para terminar el show, como tratando de recordarle al público que se trataba de un concierto de Ringo Starr con otros músicos y no al revés. Eso sí, en esos momentos teníamos al inglés como cantante y a Gregg Bissonette como el baterista principal.

También hubo espacio para el lucimiento musical, y no necesariamente del dueño de la fiesta, sino de sus acompañantes, comenzando por el espectacular talento de Steve Lukather, el eterno guitarrista de Toto, quien interpretó magistralmente “Rossana”, “Africa” y “Hold the Line”, clásicos de su antigua agrupación; así como “Evil Ways”, “Black Magic Woman” y “Oye como va”, poniéndose en la piel de Santana al lado del tecladista Gregg Rolie, con quien hacía una dupla perfecta. Fue en ambos sets donde Ringo se sentó en su batería a jugar con sus platillos y a ver cómo fluía todo, como sabiendo que él era quien mandaba y no le importaba si tocaba o no.

Hubo episodios de humor, como salidos de una escena de “A Hard Day’s Night”, cuando a Ringo “se le olvidó” la introducción en piano de “Don’t Pass Me By”, el tema que compuso para el “Álbum Blanco” de los Beatles. Fue divertido, desconcertante y hasta irónico ver a un Beatle equivocarse frente a miles de personas. Aunque él lo tomó deportivamente y siguió adelante, hasta llegar a “You Are Mine”, donde se sienta sobre un cajón peruano para acompañar el tema del guitarrista Richard Page, ex componente de Mr. Mister.

Como lo dijimos al inicio de este artículo, a Ringo Starr le perdonamos todo, incluso, que no haya tocado “Octopus’s Garden”, su mejor canción con los Beatles. Ya será para la próxima.

Por: Juan Carlos Cabrera / @fugazvolatil