Mientras los últimos conciertos de rock programados en Lima se han cancelado o fueron trasladados a lugares para poco público, Marc Anthony, quien cantó en nuestra capital hace poco menos de tres meses en un enorme festival, repletó el Estadio Nacional en un concierto donde volvió a interpretar el mismo repertorio de sus últimas presentaciones y no mostró nada nuevo a su público.

Sin embargo, no podemos restar importancia a la gran calidad que el cantante entrega cuando pisa un escenario. Desde el saque, enfundado en un riguroso terno negro, Marc Anthony comienza a transmitir ese magnetismo y atracción al público femenino que es una de las cualidades que lo han convertido en uno de los cantantes más solicitados de nuestro medio.

Acompañado de Los Hermanos Yaipén, Olga Tañón y Don Omar, el intérprete de “Vivir lo nuestro” convocó a más de 50 mil personas en un José Díaz que no dejó de bailar y gozar con cada una de las canciones que Marc Anthony entregó junto a una finísima orquesta, con la que repasó sus éxitos de siempre y entregó su nuevo single, “Vivir mi vida”, acaso lo único distinto de su repertorio clásico.

El show de Marc Anthony es una combinación de sencillos muy bien elegidos, carisma y detalles efectivos y efectistas que suelen funcionar muy bien con la histeria femenina, por ejemplo. Y es que el menudo vocalista sabe que si se quita el saco, medio estadio se vendrá abajo; si menea el trasero, las tribunas registrarán verdaderos movimientos telúricos. Ahí está el éxito del show.

No hay que ser mezquinos con su poderío vocal, esa marca registrada que le ha dado tanto éxito en varias partes del mundo y que al ser asociada a éxitos como “Valió la pena”, “Volando entre tus brazos”, “Vivir lo nuestro” y “¿Qué precio tiene el cielo?”, hacen que hasta el más aburrido se ponga a bailar, como sucedió anoche en el Nacional, donde nadie se quedó quieto.

Y es que con el éxito de este concierto, en medio de una avalancha de cancelaciones y poca acogida de los shows de rock en nuestra capital, se confirma que Lima es una ciudad salsera, de gente con ganas de pasarla bien, mientras que toma una cerveza, baila con la pareja y se olvida un rato de los problemas. ¿El rock también puede hacer eso?

Siempre coqueto, risueño, atento con las fans, posando para la foto y pasándola bien con el público: Marc Anthony no sólo entrega diversión, también la pasa bien mientras se para sobre el escenario. Incluso, mira al público haciendo el esfuerzo por ver hasta la tribuna más lejana y exclama “¡guau!”, como tratando de explicarse qué es lo que hace para que todos los conciertos que realiza en Lima sean siempre con la capacidad agotada.

La despedida llega con un gesto por demás demagógico (pero necesario) en conciertos de este tipo, el cantante sube a una niña al escenario, le habla al oído, la besa y luego la devuelve al público. Mientras esto ocurre, se va despidiendo de Lima (una vez más) con “Te conozco bien”, “Mi gente” (un cover de Héctor Lavoe) y “Vivir mi vida”. Hasta algunos pocos meses más.

Por: Juan Carlos Cabrera / @fugazvolatil