La prioridad de este tenor, que no es “un divo” pero tampoco “normalísimo”, es su familia, por eso alejarse de ella, como actuar en el Teatro Real de Madrid, es algo “excepcional”.

Flórez (Lima, 1973) interpretará, en versión concierto, el 25, 28 y 31 de marzo, “Les pêcheurs de perles” (Los pescadores de perlas), de Bizet, junto a la soprano italiana Patrizia Ciofi y el barítono polaco Mariusz Kwiecien.

La última vez que actuó en el Real fue hace tres años en “I puritani”, también en versión concierto, y no interpreta un título dramatizado en ese coliseo desde 2005, cuando el director artístico era Antonio Moral, con “El barbero de Sevilla”.

No proyecta volver al Teatro Real a cantar una ópera dramatizada en un futuro, ni próximo ni lejano, pero, concede, “no es imposible”.

Y no es, matizó, porque no se lleve “bien” con el intendente del coliseo, Gerard Mortier, porque él tiene, presume, “buen feeling” con todo el mundo.

“Yo era un peleón cuando comencé, con 24 años, y cuando un director me insultaba le contestaba. Era muy ‘fosforito’, pero luego te das cuenta de que es mejor llevarte bien con todos. Ahora la misma gente que me decía que parecía un mono moviéndome por la escena me llama maestro. Antes me revolvía y ahora no me gustan las adulaciones”, remachó.

CAMBIO SU CHIP CUANDO NACIÓ SU HIJO

Ha tenido a su primer hijo, Leandro, que cumplirá 2 años el 9 de abril, y el “chip” le ha cambiado “absolutamente”. Ahora viaja poco y calcula todo con mucha antelación.

Vive en Viena y procura que todo le quede “a la mano” aunque no dejará de asistir al Festival de Pesaro (Italia) y a Nueva York “cada dos años”, además de ofrecer conciertos y recitales por todo el mundo.

“En el futuro tengo que ser muy disciplinado para estar con la familia. Voy a cantar mucho en la Ópera de Viena porque puedo estar en casa pero fuera será difícil porque las óperas requieren muchos ensayos alejado de casa”.

Los cantantes españoles, sobre todo los jóvenes, son “divertidos, se adaptan a los tiempos, bastante técnicos y expresivos a la vez”, y “‘normalísimos’”, indicó.

NO ES NORMALÍSIMO

Pero, confesó, él no lo es: “tienes que tener ciertas comodidades, comer esto, que en el camerino haya aquello… pero desde que nació Leandro casi me he vuelto ‘normalísimo’”, subrayó recordando que ya “ni se plantea” usar la mascarilla humedecida que se ponía en los aviones para preservar su voz.

A pesar de ello, “nunca” ha sido “de posturas ni de caprichos excesivos”, así que tampoco es “un divo”.

Al tenor le gustaría que su vástago, que le dirige con un “palito” cuando le canta rancheras, se dedicara a la música porque, afirmó: “es lo máximo”. EFE