El cóndor pasa, uno de los más reconocidos himnos musicales de Perú, que por su melodía evoca la época de los incas, cumple 100 años desde que se estrenó en un antiguo teatro del centro histórico de Lima. En 2004, el Gobierno de Perú lo declaró como patrimonio cultural de la nación por ser reconocido tanto en el país como en el extranjero y porque su difusión “es tema de evocación, inspiración y añoranza sobre la majestuosidad del imperio de los incas”.

La popular canción, que tiene más de 4.000 versiones en diversos géneros, es parte de una obra musical considerada por algunos como zarzuela y por otros como una opereta, que lleva su mismo nombre y que consiste en varios movimientos y coros, según explicó el director del Instituto de Etnomusicología de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), Renato Romero.

“‘El cóndor pasa’ se independizó de dicho boceto dramático en forma de una canción y adquirió una popularidad mundial y hoy es como un estandarte de Perú en el extranjero”, afirmó Romero. En su estreno en 1913, en el Teatro Mazzi de la plaza Italia, la pieza fue producida por una compañía española a cargo de Juan Zapater y estuvo dirigida por el español José Ramos Albújar.

La melodía, creada por el peruano Daniel Alomía Robles, es de carácter indigenista y se basa en la escala pentatónica, la más usada en la época de los incas, según explicó a Efe el director de orquesta Wilfredo Tarazona. El formato musical con el que se estrenó El cóndor pasa fue “bastante modesto, porque emplea instrumentos de cuerda como el violonchelo y contrabajo; de viento como la flauta, trombón, trompeta y clarinete y una percusión”, indicó Tarazona.

La obra relata los abusos de una clase extranjera dominante sobre un grupo de indígenas, que son explotados en las minas de la región andina de Cerro de Pasco, en el centro de Perú, y cómo estos últimos se levantan y se liberan de la opresión.

La obra traspasó fronteras cuando el dúo estadounidense Simon & Garfunkel la interpretó en 1970 bajo el título de “If I could”, para después reinventarse en diversas versiones de otros grupos. Los manuscritos originales de la composición fueron entregados por el cineasta Armando Robles Godoy, hijo de Daniel Alomía Robles, al Instituto de Etnomusicología de la PUCP, donde han sido digitalizados para su conservación y para que estén al alcance de los investigadores.

EFE