Bon Jovi cerró la noche del domingo en Lisboa su gira maratoniana con una inagotable noche de clásicos rockeros orquestada por su líder, al que casi 30 años después de subir al escenario, es difícil bajarle de él.

“¿Es que no me puedo divertir un poco?”, preguntó sonriendo Jon Bon Jovi después de marcarse un desproporcionado bailoteo de caderas y como excusándose ante aquellos a los que aún les sorprende verle en plena forma a sus casi 50 años.

Y es que el cantante y sus compañeros Richie Sambora , Tico Torres y David Bryan, los rockeros más famosos de Nueva Jersey, demostraron de nuevo el fervor de su eterna juventud en este último concierto antes de darse un descanso de dos años.

Pero él hasta luego llegó con los deberes bien hechos.

La banda estremeció durante casi tres horas a 60.000 devotos espectadores a los que regaló tres bises, compases extra en éxitos como “Keep the faith” y un dramático comienzo a capella de su laureado “Livin’ on a prayer”.

A los seguidores más incondicionales ofreció sorpresas, con canciones poco esperadas como “Any other day”, y al público general satisfizo hasta el hartazgo de sus “hits” más reconocidos.