Billy Crystal es considerado el mejor presentador de los premios Oscar. Un genio del ingenio, un perfecto maestro de ceremonias, es el rey de lo que los americanos llaman splapstick y presentó los Oscars ocho veces entre 1989 y 2003.

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Hugh Jackman sorprendió, divirtió y enamoró a su audiencia. Es el verdadero hombre espectáculo, canta y baila pero también hace reír. Con clase y con estilo

El gran Bob Hope se llevaba bien con todo el mundo, y se notaba. Fue el presentador de los Oscar en 18 ocasiones, difícil decantarse por una de ellas porque con su humor logró mantener un nivel de calidad que ya quisieran muchos de los que le siguieron.

Whoopi Golberg fue la primera mujer y, además, la primera mujer negra en presentar los Oscar. Ella fue la encargada de la ceremonia en cuatro ocasiones.

El ingenio de Johnny Carson es, prácticamente, inimitable. Rápido y agudo, Johnny Carson presentó la ceremonia de los Oscar en cinco ocasiones, entre 1978 y 1983.

David Niven protagonizó uno de esos momentos imperdibles y fuera de todo guión, cuando un espontáneo decidió pasearse desnudo por el escenario de los Oscar y… lo consiguió.

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En el 2000 y en 2002, Steve Martin fue el encargado de ponerse el esmoquin y subirse al escenario ante sus colegas de profesión. Inteligente y elegante, lo hizo estupendamente y eso que en 2002 lo tuvo complicado para levantar los ánimos, dado el momento histórico que se vivía en EEUU.

John Stewart es el perfecto ‘pez fuera del agua’, ese tipo que hace reír a carcajadas porque parece encontrarse en un lugar improbable. Como el Woody Allen de los Oscars. Y se le ha dado bien porque ha presentado dos veces.

Este absoluto genio de la comedia, que murió en 2005, presentó la ceremonia en 1976 y en 1982. Su sonrisa era contagiosa hasta niveles insospechados. Se reía hasta de sí mismo e ironizaba sobre la situación de los negros en EEUU, sí, también en los Oscar.

Era la ilusión de Ellen DeGeneres, lo admitió cuando subió al escenario a presentar la ceremonia en 2006. Su tipo de humor, cercano y un poco demasiado amable, no le gusta a todo el mundo. Pero pensamos que tiene un punto.