Grace Kelly, entonces Gracia de Mónaco, perdía la vida el 14 de septiembre de 1982 en el hospital de Montecarlo que lleva su nombre, un día después de un accidente de automóvil que daba un giro de 180 grados al cuento de hadas de la actriz que enamoró a un príncipe.

Pero su historia no era la del patito feo convertido en cisne. Grace Kelly había nacido guapa y rica en Filadelfia en 1928, hija de un constructor multimillonario y ganador de varias medallas olímpicas en remo que le llevó a las mejores escuelas del país.

Tras estudiar Arte Dramático en Nueva York, su pose aristocrática y su belleza pluscuamperfecta no tardaron en llamar la atención de Hollywood, donde le reservaron papeles de rubia cándida en “High Noon”, junto a Gary Cooper, y “Mogambo”, en la que la futura princesa compartió cartel con el “rey de Hollywood”, Clark Gable.

Todo empezó con “Dial M for Murder”, con la que el mago del suspense experimentó con las tres dimensiones ahora tan en boga. Luego llegaría “Rear window”, sublimación del espíritu “voyeurista” de Hitchcock.

Pero quizá la película en la que más deslumbró Kelly fue, en cambio, la que está considerada un clásico menor en la filmografía del orondo cineasta: “To catch a thief”, trama de suspense que, en cambio, brillaba como alta comedia casi de vodevil.

Grace Kelly creó el baile anual de la Cruz Roja, cita ineludible para las clases altas europeas que se sumó al tradicional Baile de la Rosa, que había sido creado en 1954 pero también recibió una inyección de glamour desde que ella formaba parte de la familia Grimaldi.

Pero cuando intentó volver al cine con Hitchcock en “Marnie” recibió la negativa de palacio por una cuestión de imagen, pues no les pareció lo más adecuado ver a su princesa interpretando a una cleptómana.

Su glamour quedaba reducido a las revistas de estilo y moda, como musa de firmas como Givenchy o como portadora del “Kelly”, bolso de Hermès que tomó su nombre. EFE