Menos batallas y más reflexión es lo que ofrece la quinta entrega de “X-Men” que en esta ocasión va hacia atrás en el tiempo para contar el origen de la relación entre sus protagonistas, con un reparto encabezado por James McAvoy y Michael Fassbender, que es lo mejor del filme.

Dirigida por Matthew Vaughn, la cinta tiene el atrevimiento de comenzar con las mismas imágenes con las que se abría el primer X-Men, en 2000. Un blanco y negro para contar la dura vida de Magneto y un carácter impulsivo y vengador forjado en la Alemania nazi, sus campos de concentración y sus experimentos médicos para mejorar la raza.

El alemán Fassbender (“Inglorious Bastards”) encarna a la perfección a un Magneto joven que protagoniza la eterna lucha entre el bien y el mal, acompañado por un McAvoy (“Atonement”) que da un toque británico muy apropiado al personaje del profesor Charles Xavier, encarnado por Patrick Stewart en las anteriores entregas de la saga.

Nombres nuevos para “X-Men. First Class”, la quinta entrega de una saga con tanto éxito que los productores quieren exprimirla hasta el último suspiro.

Para ello, nada mejor que utilizar las tan de moda precuelas, es decir, contar lo que pasó hasta el momento en el que los personajes fueron conocidos para el gran público.

Además de a Magneto (aún llamado Eric) y al profesor Charles Xavier, aparecen Mística cuando se llamaba Raven (otro estupendo acierto con la cara de Jennifer Lawrence), Beast (Nicholas Hoult) y otros de los personajes de los cómics de Marvel que aún no habían dado el salto a la gran pantalla, como Banshee o Riptide.

Una historia interesante, que permite entender mejor la historia de los X-Men pero que al mismo tiempo resulta complicada para quien no haya visto las anteriores entregas o esté familiarizada con esta longeva historia de cómic.

Y que además, para los seguidores más fanáticos, puede resultar demasiado lenta en comparación con las películas anteriores ya que Mathew Vaughn (“Snatch”) ha dado más espacio a las relaciones personales que a las habitualmente espectaculares batallas protagonizadas entre los humanos y los mutantes.

Un estilo diferente al que habían impuesto los directores de las cuatro anteriores cintas: Bryan Singer (las dos primeras), Brett Ratner y Gavin Hood.

Más interesante, sin embargo, resulta para aquellos que se enfrenten a la aventura sin tener antecedentes mutantes y que prefieran las luchas internas a las externas.

Lo que sí se echa en falta es la ironía que aporta el personaje de Wolverine (Hugh Jackman), que realiza un cameo que sabe a poco.

Por Alicia García de Francisco (EFE)