Con la aspiración, necesidad y esperanza industrial de recoger el testigo del éxito de las franquicias del mago de Hogwarts y el trío de Forks llega Los Juegos del Hambre, adaptación de la primera de las tres novelas fantásticas de Suzanne Collins; poco o nada tiene que ver con aquellas sagas, para inquietud o tranquilidad de más de uno. Ahora bien, ¿merece la pena? Podemos decir que sí, como prólogo de lo que ha de llegar y sin alardes excesivos.

Ambientada en un entorno atractivo de base para los amantes de la scifi clásica, la propuesta resulta estimable pese a su ritmo irregular. Y es que tras un comienzo que nos traslada a un siempre interesante futuro utópico, en el que la mediatización de la violencia es reclamo suficiente para unir a las masas en torno a un televisor global.

El arranque de los Juegos en sí marca un bajón considerable en el tono con el que se desarrolla el drama; sobra bastante metraje, subrayando esa dichosa tendencia de olvidar que buena parte del público no es fan incondicional de la obra escrita y sacrificando la necesaria viveza de la aventura en aras de la consagración de las figuras centrales como nuevos iconos de la muchachada. Dos horas y media son innecesarias.

Lo positivo es que el conjunto no es excesivamente pesado, encuentra apuntes sugerentes (como la justificación del elemento Amor entre la pareja central) y salva con bastante soltura la espinosa cuestión de la carnicería entre adolescentes, quedando en ese sentido como una especie de versión light de la neumática “La isla de los condenados” (2007). A

Además está dirigida con sombría elegancia y buen gusto por Gary Ross y cabe decir que Jennifer Lawrence, mucho más hombre que un soso Josh Hutcherson, se basta y se sobra para ser principio y fin de todo con el apoyo de Woody Harrelson, Stanley Tucci, Toby Jones, Elizabeth Banks o Donald Sutherland. Vendrán más. Ahí estaremos.

Fuente: Labutaca.net