El maestro del cine para sufrir, el mexicano Alejandro González Iñárritu, en plena crisis de los 50 se dio cuenta de que “la única manera de sobrevivir es reírse de uno mismo” y el resultado fue su primera comedia, “Birdman”, un puzzle de egos desatados que cerró el Festival de Cine de Nueva York este 11 de octubre.

Tras inaugurar la última Mostra de Venecia, este filme, cuyo título completo es “Birdman o la inesperada virtud de la ignorancia”, fue aplaudido en la ciudad de los rascacielos por su arriesgada propuesta formal (es un plano secuencia de casi dos horas) y su delirante e hiriente contenido alrededor de la autoproclamación-flagelación del creador.

Efectivamente, “Birdman” es la desasosegante caricatura de una estrella acabada del cine de superhéroes que quiere resurgir dirigiendo, escribiendo y protagonizando una obra de Broadway basada en el relato corto de Raymond Carver, “De qué hablamos cuando hablamos de amor”.

Como compañero perfecto para este ejercicio de autoparodia, González Iñárritu se asocia con Michael Keaton, cuyo paralelismo con el personaje es clarísimo (él fue el primer “Batman” del cine y está en horas bajas desde hace 20 años) y que en su resurrección cinematográfica ofrece una descarnada, divertida y brutal interpretación.

Junto a él, se une a esta pieza de teatro dentro del cine un soberbio Edward Norton, que interpreta a un actor de vanidad insostenible que solo sabe decir la verdad en escena.

Además, completan el multiestelar reparto Naomi Watts, encarnando a una actriz ansiosa por debutar en la meca del teatro estadounidense; Emma Stone, como la problemática hija de Keaton, Zach Galifianakis, como su agente y mejor amigo, y Amy Ryan, como su sufrida esposa.

“Birdman” llegará a las salas comerciales estadounidenses de manera limitada el 17 de octubre y, previendo entrar en la temporada de grandes premios (suena fuerte como mejor actor y mejor director), tiene previsto su estreno en España el 9 de enero, y en Latinoamérica a partir de febrero. EFE