El realizador brasileño Fellipe Barbosa retrata en su primer largometraje de ficción, Casa Grande, los avatares de un adolescente que se inicia en la vida adulta en un ambiente poco frecuentado por el cine: la “burbuja” del Brasil “de los ricos”.

Y para contar el universo de los adinerados que llega a la sección Horizontes Latinos del Festival de Cine de San Sebastián nadie mejor que un realizador que perteneció a esa clase social hasta que su familia se arruinó mientras él estudiaba cine en Nueva York.

Barbosa aseguró en una entrevista con Efe que gran parte de Casa Grande es autobiográfica, pero en la misma medida el filme incluye “muchos componentes de ficción”.

La película cuenta la historia de Jean, un adolescente de 17 años que vive en una impresionante casa en Río de Janeiro, mientras es testigo del derrumbe de su mundo cuando conoce que su padre se ha arruinado.

Al mismo tiempo que intenta escapar de la sobreprotección a la que le han sometido en su familia e inicia su acercamiento al amor y a las mujeres.

“Cineastas que han sido más ricos que yo han narrado siempre historias de pobreza y de favelas” aseguró Barbosa, por lo que ha querido aportar con este filme un “contrapunto” y describir desde su propia experiencia la “burbuja” en la que desarrollan sus actividades las clases pudientes.

De hecho, el realizador tuvo un chófer, llamado Severino, como el que aparece en el filme, que le llevaba todos los días a un colegio elitista de Río de Janeiro.

Cuando su familia se arruinó, una circunstancia que su padre ocultó a su madre y a sus hermanos, Barbosa estaba en Nueva York, estudiando cine, por lo que fue el último en enterarse y no vivió las dificultades económicas por las que atravesó su familia.

Por ello, sintió la “necesidad” de intentar comprender “qué pasó” y cómo lo hubiera superado si hubiera ocurrido cuando era un adolescente.

El personaje de Jean, que tiene mucho de “alter ego” del realizador, está interpretado por Thales Cavalcanti, un joven de 18 años que jamás se había puesto ante una cámara pero que convenció a todo el equipo con su interpretación, solida y sincera.

“No entiendo por qué tener mucho dinero puede ser un deseo en Brasil, ya que no es confortable en un país donde hay tantas personas pobres”, señaló.

Con su trabajo ha querido investigar en la “vergüenza y la culpabilidad de la burguesía” además de retratar una clase social que se aisla del resto de la sociedad y es “víctima de su propia riqueza”.

El otro mundo, el de las favelas y la miseria, era desconocido para el realizador, que solo atisbó la pobreza cuando llegó a Nueva York, donde vivió en el barrio de Harlem desde los 19 años.

“La distancia me hizo comprender la realidad de mi país y adopté una visión más crítica”, aseguró.

En Estados Unidos el discurso sobre racismo y clases sociales “está evolucionado”, pero en Brasil “aunque la gente lo niega, existe el racismo, aunque no está basado en el color de la piel sino en la situación económica”.

Con información de EFE.