La actriz Charlotte Rampling aportó a la Berlinale un retrato de mujer real con “45 Years”, un filme que explora 45 años de vida conyugal y que actuó de contrapunto a sucesivas intrépidas aventureras mostradas en este festival.

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De las dunas africanas en que se mueve Nicole Kidman, en “Queen of the Desert” o los hielos árticos de Juliette Binoche en “Nobody Wants the Night”, ambas convertidas en exploradoras de principios de 1900, Rampling pasó a las neblinas del presente en alguna provincia británica.

“Mi película investiga en lo recóndito que puede persistir en una pareja de largo recorrido conyugal, que cree saberlo todo uno del otro, hasta que aparece un factor esencial del que nunca hablaron”, explicó Andrew Haigh, director de “45 Years”, uno de los 19 filmes a concurso.

En ese contexto de neblinas se mueven Rampling y su esposo en el filme, Tom Courtenay, ambos presentes en Berlín junto al cineasta británico, nacido en 1973, que de alguna manera más bien parecía el hijo del dúo de veteranos actores que su director.

Rampling es una esposa que cree “saber todo del otro, dominar el escenario”, pero que de pronto se aterra al pensar que siempre hubo una presencia ajena y concluye que esa fue quien determinó las decisiones de ambos “incluida la de casarse”.

El detonante es una carta, donde se comunica al marido que fue hallado el cadáver de una mujer, su novia, fallecida en un accidente en los Alpes suizos 50 años atrás.

Kate, la mujer que interpreta Rampling, pasa del papel de perfecta esposa, consagrada a preparar la fiesta de su 45 aniversario de boda, al de amargada mujer incapaz de creer en su larga relación conyugal.

Desconfía y espía al marido, mientras este se pierde hurgando en el desván en busca de los recuerdos de ese amor de juventud.

Ambos actores están impecables y dotados a partes iguales de la maligna ironía británica que convierte una frase soltada al aire en una proclamación.

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Rampling, sin embargo, brilló especialmente en esta jornada, tal vez porque su mujer real se sitúa en las antípodas de la Josephine Peary, la exploradora ártica que es Binoche en el filme de la española Isabel Coixet, o Gertrude Bell, su homóloga del desierto, a las órdenes del alemán Werner Herzog.

Binoche deslumbró sobre la alfombra roja en la inauguración del festival, mientras que Kidman lo hizo hoy, en su segunda jornada, acompañada de James Franco, su perfecto amor en la película de Herzog y una de las presencias masculinas más esperadas en Berlín.

La recepción de la crítica internacional, en los pases para la prensa, fue glacial para ambas películas, tachadas de poco creíbles en el caso de Coixet o superficiales para la de Herzog.

El director del festival, Dieter Kosslick, había anunciado un desfile de mujeres poderosas e incluso programó a una directora Coixet para la inauguración, lo que no ocurría en Berlín desde que en 1995 abrió el festival “Das Versprechen”, de Margarethe von Trotta.

Kidman y Binoche dieron brillo a la alfombra roja en el arranque del festival, ambas espléndidas en sus respectivos papeles, pero si hablar de personajes femeninos poderosos implica hacerlo de mujeres reales, la triunfadora hoy fue Rampling. EFE