El tenista español conquistó este domingo su décima corona en al derrotar al suizo en la final, 6-2, 6-3 y 6-1 en 2 horas y cinco minutos, para convertirse en el primer hombre en la historia que vence 10 veces en el mismo Grand Slam.

Solo la australiana Margaret Court, ganadora de once Abiertos de Australia entre 1960 y 1973 supera la marca de Rafael Nadal, que con la victoria de hoy mejoró los 9 Wimbledon de Martina Navratilova entre 1978 y 1990.

Rafael Nadal, que se asegura el número 2 del mundo por vez primera desde octubre de 2014, ganó en París por tercera vez en su carrera sin ceder un set, tras haberlo hecho en 2008 y 2010 y el que menos juegos perdió, 35, la segunda mejor marca de todos los tiempos.

Contra Stan Wawrinka repitió exactamente el mismo marcado que en el único duelo que habían mantenido en Roland Garros, en los cuartos de final de 2013.

En presencia del rey Juan Carlos en el palco de autoridades, Rafael Nadal consiguió su decimoquinto Grand Slam, con lo que supera al estadounidense Pete Sampras y se queda a tres del suizo Roger Federer.

“Es increíble volver aquí, ganar la décima para mi es muy especial, os doy las gracias, estoy muy emocionado, mi francés es muy malo y en este momento no tengo palabras, estoy muy emocionado”, dijo Rafael Nadal que trató de dirigirse al público en el idioma local.

Rafael Nadal aseguró que en cada partido intenta “dar lo mejor”, pero reconoció que cuando entra en la Philippe Chatrier su sensaciones “son especiales, difíciles de comparar”.

“La fuerza, la adrenalina que siento en esta pista es imposible de comparar, es la más importante de mi carrera, no lo puedo describir”, afirmó Rafael Nadal al borde de las lágrimas.

Tardó algo Rafael Nadal en afinar la maquinaria, el tiempo que tuvo en poner a punto su servicio, los cuatro primeros juegos del primer set. Pero cuando estuvo engrasado, el español fue un torbellino de tenis que maniató los golpes de Wawrinka, que por primera vez perdió la final de un grande, tras haber ganado las tres anteriores que había disputado, una de ellas la de 2015 aquí en París.

El helvético perdió su imbatibilidad en grande y Rafael Nadal mantuvo la suya en la final de Roland Garros, 10 de 10.

El juego de Rafael Nadal rozó la excelencia que venía demostrando a lo largo de la quincena, donde acalló las bocas que le daban por acabado tras dos años consecutivos sin levantar la Copa de los Mosqueteros, el pasado por lesión y el anterior barrido por el serbio Novak Djokovic, el segundo hombre que le batía en su tierra batida parisiense.

Rafael Nadal encadenó siete juegos consecutivos, cerró la primera manga y se colocó con ventaja en la segunda, 3-0, con lo que se limitó a mantener su servicio y romper en el octavo para cerrarla.

Wawrinka, que se fue derritiendo en la caldera de la central, con 31 grados de justicia y un público dividido entre el helvético, francófono, y la leyenda del torneo, que se fueron repartiendo los apoyos de los casi 15 mil espectadores del estadio.

A partir de ese momento, el suizo tenía ante si una montaña que escalar, levantar dos sets al mejor jugador de la historia en Roland Garros en uno de los momentos más dulces que se le recuerda, pletórico de forma y de tenis.

El suizo cedió su saque de entrada en el tercer set y ya solo pudo ganar un juego en ese parcial.

Así recibió Nadal su décimo Roland Garros

EFE