Rafaela Silva tiene una gran historia por contar. La judoca nació en Ciudad de Dios, una comunidad que no le permitía plantearse muchos objetivos en la vida. Fue muy criticada por su color de piel y hace algunas horas consiguió la primera medalla de oro para la delegación de Brasil en .

“La mona que debía estar enjaulada es hoy campeona olímpica en casa”, señaló la judoca Rafaela Silva tras lograr la medalla de oro en Río 2016 en un arrebato emocional. Así se encargó de remarcar ella misma, nada más proclamarse campeona de judo femenino en la categoría de menos de 57 kilos este lunes en los Juegos Olímpicos.

Antes de iniciarse los Juegos Olímpicos Río 2016, muchos de sus compatriotas le criticaron en redes sociales cuando en 2012 fue eliminada. “Macaco”, le decían los usuarios y pidieron que volviera a la jaula. “La vergüenza de la familia”, la llamaron otros.

“Sólo tenía 19 años, participaba en mis primeros Juegos Olímpicos, deseaba cumplir un sueño y fui descalificada en el segundo combate” por un golpe ilegal, le cuenta a Júlia Carneiro, de BBC Brasil.

Esa derrota fue un golpe muy fuerte para ella. Rompió en llanto sobre el tatami luego de perder con la húngara Hedvig Karakas. Lo peor vino después, cuando ingresó al Twitter y vio los comentarios racistas en su contra.

“Sólo quería hablar con mis amigos, con mi familia, buscar apoyo y un incentivo para seguir, y me encontré con la crítica, con los prejuicios”, se lamenta. “Nunca había experimentado algo así. Fue muy doloroso”, agregó.

DE LA FAVELA DE CIUDAD DE DIOS AL PRIMER ORO EN RÍO 2016

Tras la derrota en Londres 2012, Rafaela Silva pensé en dejar el judo. “Recurrí al apoyo psicológico y regresé a los entrenamientos”, contó en la entrevista. “Y un año después, la atleta a la que habían tachado de vergüenza de la familia era una campeona a nivel mundial”, recuerda.

A pesar de la carga emocional por los comentarios racistas en redes sociales y la presión de haber perdido en Londres 2012, Rafaela Silva tuvo su revancha y logró la hazaña. Brasil se puso de pie y ovacionó a la primera deportista anfitriona que consigue subir al podio.

Al proclamarse campeona olímpica en judo femenino en la categoría de menos de 57 kilogramos y dar el primer oro al país anfitrión, la brasileña Rafaela Silva se puso de rodillas y abrió sus brazos para saludar al público entusiasmado con su victoria.

Rafaela Silva dejó un mensaje final a todos sus compatriotas, y por qué no, a otros deportistas que empezarán una carrera profesional. “Es importante para mostrar a todos que un niño que salió del barrio puede conquistar el mundo”.

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