El desfile de atletas, parte esencial en la ceremonia de inauguración de unos , quiso en la de Río 2016 solidarizarse con el medio ambiente y la igualdad social entre los aproximadamente doce mil protagonistas que intervinieron en el estadio Maracaná.

Voluntarios de la organización repartieron entre las delegaciones un pequeño recipiente con un incipiente árbol autóctono de Brasil que portaron unos niños y pasearon por el estadio junto a los deportistas, mientras que éstos depositaban semillas en unos compartimentos al entrar.

Posteriormente serán plantadas en unas torres de espejos que estarán ubicadas en el parque de Deodoro, una de las zonas deportivas principales para el desarrollo de estos Juegos.

Brasil, que es el país con mayor diversidad de árboles del planeta, unas cincuenta mil catalogadas, tendrá así 207 de ellas plantadas en este parque, una por cada delegación, incluida la de atletas refugiados, lo que quedará como legado en la ciudad.

El comité organizador también ha querido darle protagonismo en el desfile a los típicos vendedores ambulantes en las playas cariocas, figuras que pasaron a ser Patrimonio Cultural e Inmaterial de Río en 2012 y que en el desfile tuvieron el cometido de auxiliar el paso de los atletas.

En esta idea de dar protagonismo a la igualdad social, de los voluntarios que llevaban el cartel anunciador de cada delegación, que lo hicieron en un triciclo cargado de plantas, cinco eran transexuales, mientras que los encargados de ubicar a los deportistas en las distintas zonas del estadio fueron veinte exalumnos del Instituto Nacional de Educación para Sordos.

Entre estos anónimos protagonistas, destacadas figuras del deporte internacional saludaron a su paso, se hicieron selfis y lucieron sus modelos para la ocasión, algunos tan peculiares como los de los de Burundi, inspirados en las vestimentas de tribus africanas.

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