Más de diez años de batalla han llegado a su fin para , quien de ahora en adelante deberá medicarse si desea seguir compitiendo como mujer en la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF).

Cuando Semenya irrumpió en el Mundial de Atletismo Berlin 2009 adjudicándose la medalla de oro en la prueba de 800 metro planos, los tiempos fueron sorprendentes. Tanto como el físico de la sudafricana, que lucía una musculatura notable, muy dispar de sus colegas, quienes no demoraron en expresar su fastidio.

Esto no pasó desapercibido por las autoridades IAAF, quienes llevaron a Semenya a un laboratorio para realizarle una serie de análisis, que terminaron arrojando lo que ya se sospechaba.

Semenya padecía de hiperandrogenismo, es decir, tenía genitales femeninos externos, pero también masculinos internos, lo que elevaba de manera desproporcionada su producción de testosterona.

La Asociación entraba así en un debate que parecía no tener fin. Sin embargo, para 2010, aceptó recomendaciones de especialistas médicos, quienes sentenciaron que Semenya podía seguir compitiendo sin medicación alguna.

Ocho años después y tras ganar el oro en Rio 2019, el Mundial de Londres de 2017 y los Juegos de la Mancomunidad 2018, la IAAF anunció una nueva regulación, que obligaba a las atletas a mantener los niveles de testosterona por debajo de los 5 nanomoles por litro durante un periodo continuado de al menos seis meses, para competir en pruebas de entre 400 m y una milla y ver reconocidas sus marcas.

En caso se nieguen, las atletas con hiperandrogenismo debían cambiar de disciplina o competir como hombres.

Una reglamentación de tal magnitud limitaba e incluso ahogaba los objetivos de Semenya en el atletismo, por lo que de inmediato decidió acudir al TAS.

Su defensa aseguraba que la decisión de la Asociación era abiertamente discriminatoria y que tenía como fin nada más que apartar a atletas como ella de la alta competencia.

Tas casi un año de proceso, el Tribunal de Arbitraje Deportivo anunció este miércoles una respuesta que no favorecía a Semenya. Pese a sentenciar que la medida de IAAF era discriminatoria, la defendía indicando que “esta discriminación es un medio necesario, razonable y proporcionado para cumplir el objetivo de la IAAF de preservar la integridad del atletismo femenino en los eventos restringidos”

La respuesta de Semenya

Lejos de recluirse, Caster Semenya dio la cara para enfrentar una vez más la adversidad.

“La decisión del TAS no me detendrá. Una vez más me elevaré y seguiré inspirando a mujeres jóvenes y atletas en Sudáfrica y en todo el mundo. Soy consciente de que las regulaciones de la IAAF siempre se han dirigido de forma específica contra mí. Durante una década, la IAAF ha intentado frenarme, pero eso en realidad me ha fortalecido”, firmó en un comunicado dirigido a los medios de comunicación.

Tales declaraciones hacen indicar que Semenya acudirá ahora a la justicia ordinaria de Suiza para intentar revocar el dictamen del TAS. El antecedente de Paolo Guerrero para el Mundial Rusia 2018 es un aliciente al que la sudafricana se aferra para seguir en competencia como siempre lo ha venido haciendo.

El lado B, no menos importante

La identidad de género entra a tallar aquí. Caster Semenya es abiertamente homosexual: está casada desde hace unos años. Y sobre su intersexualidad (de la cual se enteró recién en medio de toda esta polémica) solo se manifestó cuando le propusieron que se extirpe sus genitales masculinos internos.

Pese a que esa alternativa podría facilitar (si así se le puede llamar) su participación en competencias de IAAF, ella se negó rotundamente: “Quiero correr de manera natural, como lo hago desde que nací”.

Más allá del deporte

El Congreso Nacional Africano, partido que desde 1994 se encuentra en el poder en Sudáfrica salió en defensa de Caster y volvió a pedir “un trato equitativo y sin prejuicios”.

“El ANC siempre ha apreciado el papel del deporte como unificador más allá de la división racial, étnica, religiosa, de género y de clase”, expresó el partido en un comunicado, “sin embargo, hoy vemos como la IAAF, un organismo destinado a custodiar los valores del atletismo, actúa de una manera perjudicial que divide más que une”.

Desde la ciencia

Hasta ahora, el umbral de tolerancia para los niveles de testosterona estaba en los 10 nanomoles y ahora se reduce a la mitad porque, según estudios a los que alude la IAAF, una mayor proporción aumenta un 4,4 % la masa muscular, entre un 12 y un 26 % la fuerza y un 7,8 % la hemoglobina.

El español José María Odriozola, miembro del Consejo Directivo de la IAAF, cree que se trata de una “decisión lógica, que tendrá una importancia muy grande en el futuro del deporte de competición y que afectará igualmente a las transexuales”.

“En el hiperandrogenismo”, explica, “aunque la secreción de cantidades muy superiores de testosterona sea de forma natural en esas mujeres, les da una ventaja decisiva y no justa a la hora de competir con mujeres que secretan la citada hormona en cantidades mucho menores”.