Han pasado ya 24 años de aquel trágico domingo 1 de mayo, cuando Ayrton Senna, para muchos el mejor piloto de la historia de la Fórmula 1, se despidió de este mundo tras perder el control de su Williams en la curva de Tamburello durante el Gran Premio de San Marino.
Horas antes, en la prueba de clasificación, Roland Ratzenberger, a bordo de un modesto Simtek, chocó contra un muro de contención. Una fractura de la base del cráneo hizo que el austriaco también pierda la vida.
Así, como en los accidentes de Wolfgang von Trips en 1961, de Jochen Rindtn en 1970 o de Gilles Villeneuve en 1982, la Fórmula 1 tuvo uno de sus peores fines de semana en la historia.
La tragedia del 1 de mayo
El destino había llevado a Ayrton Senna a firmar por Williams luego de algunas temporadas de sequía con McLaren. El brasileño buscaba de esta forma a recuperar el brillo y hacerle batalla a Bennetton y Michael Schumacher.
Senna había conseguido la pole position del Gran Premio de San Marino el sábado por la mañana. Al día siguiente, luciendo algo nervioso desde muy temprano, se subió a su monoplaza para intentar enrumbarse en un campeonato en el que no había terminado carrera alguna.
Líder de la prueba, el piloto tres veces campeón mundial se preparaba para girar en la séptima vuelta, cuando de pronto su bólido se estrelló contra un muro. El impacto no le provocó fracturas en los huesos del cuerpo, pero le produjo un golpe mortal en la cabeza que acabó con su vida a los 34 años de edad.
Según datos oficiales, Ayrton Senna murió en el hospital unas cuatro horas después del accidente. Las pericias indicaron semanas después que el brazo de suspensión, una barra de metal larga y delgada, atravesó el casco del piloto y se alojó en su cabeza.
El accidente

Brasil, después de la muerte de Ayrton Senna
