Hace 40 mil años, en una Europa cubierta por hielos, nuestros ancestros tuvieron que volverse caníbales para sobrevivir, ya que otros animales no tenían en sus órganos los ácidos omega-3, necesarios para el desarrollo del cerebro.

“Sin DHA (el omega-3 del cerebro) no hay desarrollo posible de las habilidades cognitivas y gracias al canibalismo se obtenían suplementos apreciables”, manifestó el investigador de la Universidad de Almería, José Luis Guil-Guerrero, de acuerdo a .

Los ácidos grasos omega-3 no siempre estaban disponibles en los durísimos inviernos del Paleolítico. Los animales que eran cazados en esas épocas no poseían en sus órganos ese importante nutriente en una cantidad necesaria.

Guil-Guerrero, experto en nutrición del Paleolítico, acaba de publicar un artículo en “Quaternary Science Reviews” en el que asegura que el déficit de Omega-3 que sufrieron nuestros antepasados en la transición del Paleolítico Medio al Superior pudo haber acabado con nuestra especie. Sobrevivimos porque consumimos los cuerpos de otros seres humanos cuando fue necesario.

El especialista aseguró que no había otra opción y explicó que los homínidos previos, como el Australopithecus y el Homo erectus tenían un cerebro pequeño, pero el de los neandertales (y el del hombre actual) era grande, aproximadamente 1,5 kg, y muy ávido de DHA, un ácido graso que se encuentra sobre todo en microalgas, peces y huevos.

“En pleno apogeo de la última glaciación, tales alimentos solo estaban disponibles en el corto verano ártico y la ingesta de omega-3 obtenido a partir de la caza era cinco veces inferior a la actual”, agregó.

Felizmente, hace unos 12 mil años, los hielos comenzaron a desaparecer, la pesca se hizo más regular y apareció la agricultura, por lo que el canibalismo dejó de practicarse.

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