Un gigantesco engaño contribuyó decisivamente al triunfo del desembarco en Francia: la Operación Fortitude.

Fue planeada a principios de 1943. El fin de la operación de contrainformación era tanto hacer pasar desapercibida la colosal acumulación de medios y tropas que se iban acantonando en el Reino Unido como, sobre todo, enmascarar la verdadera localización y objetivo del Día D y así fijar a las fuerzas alemanas acantonadas en Noruega y en torno al Paso de Calais.

Toda Gran Bretaña se vio sembrada de falsas señales, unidades fantasma, campamentos vacíos, tanques y vehículos simulados.

Se llegó, incluso, a crear dos ejércitos falsos (el IV Ejército británico y el I Grupo de Ejércitos de los EEUU) al teórico mando del general Patton, cuya elección (apartado del mando tras la invasión de Sicilia) contribuyó a dar verosimilitud al engaño, al ser tenido por los alemanes como el mejor general de los aliados y, como tal, la apuesta lógica para comandar la invasión.

Ejércitos fantasma

Al mismo tiempo, los servicios de espionaje e inteligencia de EEUU y especialmente del Reino Unido proporcionaron una pléyade de falsas informaciones sobre el desembarco que fueron tenidas por buenas por los servicios de inteligencia militar alemanes: el Abwher. En esta labor de desinformación jugó un papel crucial un espía español al servicio de los británicos: Juan Puyol Garbo. Reclutado desde 1941, y actuando como agente doble, suministró una información vital para la operación, que el Abwher dio por verídica.

El éxito de la Operación Fortitude fue completo: Incluso tras el Día D, los alemanes aún seguían pensando (merced a la información proporcionada por Garbo y otras fuentes) que el desembarco de Normandía no era sino una maniobra de distracción y que el verdadero asalto a Europa tendría lugar en Calais. Y así, las tropas que podían haber sido usadas para responder a la invasión aliada permanecieron retenidas en espera del verdadero desembarco, que nunca llegó.

La Operación Fortitude no fue la primera. Otras maniobras de engaño fueron usadas por los aliados occidentales en los diversos frentes y desembarcos. Una de las más espectaculares (Operación Bertram) tuvo lugar como prolegómeno de la Batalla de El Alamein, en la que se preparó un VIII Ejército virtual para engañar al Afrika Korps. Globos con forma de tanques, camiones camuflados y concentraciones de tropas simuladas, entre otros trucos, fueron usados para convencer al mariscal Rommel de que el ataque principal de las fuerzas británicas vendría por el sector sur de la línea de El Alamein.

La treta, dirigida por el brigadier Dudley Clarke y en la que participó de manera activa el mago británico Jasper Maskelyne, funcionó a la perfección.

El hombre que nunca existió

Pero sin duda la más elaborada de las tretas tuvo lugar antes de la invasión de Sicilia: la Operación Mincemeat, obra de los servicios secretos británicos, cuyo fin era hacer creer a Hitler que, tras la ocupación de Túnez, los aliados pensaban desembarcar en Grecia u otro punto de los Balcanes en lugar de en la isla italiana.

Para ello se abandonó un cadáver (el hombre que nunca existió) en las costas españolas, pertrechado como un oficial de la marina con documentos que debían conducir a los alemanes al engaño. El plan funcionó: las autoridades españolas entregaron la información a los germanos, y el éxito del ardid fue completo.

Fuente: ABC