El príncipe Félix Yusúpov, encabezó esta misión y pese a la simplicidad del plan supuestamente infalible para acabar con su vida, la realidad se tornó mucho más complicada y fueron necesarios varios intentos de asesinato en la misma noche.

Los conspiradores, envidiosos de la influencia de Rasputín en la corte del zar Nicolás II , acordaron matarlo en el palacio del propio Yusúpov, en San Petersburgo.

Poco antes Rasputín escribió a la zarina diciendo que esperaba una muerte violenta, probablemente por parte de misma nobleza. Y predijo que si él moría, los zares harían lo mismo en menos de dos años.

Y esto fue así, pues acertó porque el zarismo cayó dos años después con la revolución rusa de 1917, cuando asesinaron a toda la familia real.

Los hechos ocurridos la noche del 29 de diciembre de 1916 iniciaron cuando el príncipe Yusúpov, casado con la princesa Irina y sobrina del zar, invitó a Rasputín a una fiesta en su palacio para que conociese a su esposa. Este aceptó fue al palacio, donde estaba ya preparado el plan para eliminarlo.

Un enorme banquete de pasteles y vino dulce presidía la cena en los sótanos del palacio. Pero todos estos manjares contenían grandes cantidades de cianuro potásico, uno de los peores tóxicos conocidos en la época.

Los pastelitos contenían dosis cuatro veces superiores de lo necesario para matar a una persona. Rasputín no paraba de preguntar por Irina al llegar al lugar del festín, recibiendo por respuesta de parte de Yusúpov que estaba retocándose, para ganar tiempo.

El simpático anfitrión ofrecía constantemente copas de vino dulce (sin envenenar) al monje con el fin de enmascarar el mal sabor del cianuro, para posteriormente ir ofreciéndole los pastelitos envenenados. Rasputín experimentó una leve reacción de malestar, pero seguía comiendo tan tranquilamente.

Lo que ignoraba Yusúpov es que le estaba aplicando a su víctima, al mismo tiempo, el veneno y el antídoto.

El vino dulce que ofrecía a Rasputín y que éste lo bebía como si fuera agua, contenía una gran cantidad de glucosa, inhibidor demostrado de los efectos tóxicos producidos por el cianuro.

La historia termina cuando Yusúpov bajó al sótano con su revólver y disparó varias veces a Rasputín, que cayó en teoría muerto.

Pero luego Yusúpov , se va del sótano, y cuando* vuelve para examinar el cadáver*, Rasputín le agarra muy fuerte del hombro y lo maldice a Yusúpov, que llama gritando a su cómplice un tal Purishkevich. Este espera, con el arma cargada, a que Rasputín salga corriendo por la puerta del sótano para acribillarle a balazos.

Con información del blog: Ese punto azul pálido