Toda la vida trabajando en un logro. Miles y miles de experimentos, un fallo tras otro; un nuevo inicio y un nuevo error. Volver a trabajar en una fórmula científica que no da para más y de repente encontrar una respuesta que sí funciona.

Tanto esfuerzo, pero lo vale porque hiciste un descubrimiento. Entonces, de pronto mueres o algún ‘vivo’ se roba tu idea y no solo registra el descubrimiento a tu favor, sino que también gana el Premio Nobel. Esta es la historia real de muchos de los más grandes genios de la humanidad.

El telescopio, el teléfono, el horno de microondas, el ADN, la teoría de Big Bang, todos fueron inventos apropiados por otros científicos, como Galileo, el gran pensador que se opuso a las teorías religiosas que en la época del Renacimiento predominaban en el mundo.

En algunos casos no es que el invento fuera propiamente robado, pero la investigación fue de otro, y el registro lo realizó alguien más astuto que le dio seguimiento a los intentos de alguien más que terminaron fracasando. ¿Robo o astucia?

Fuente: De10.com.mx