Las ciudades fundadas por los “conquistadores en Hispanoamérica” fueron trazadas a escuadra y cordel. No tuvieron calles estrechas ni curvilíneas como en las ciudades de la Europa medieval.

El espacio se dividió en manzanas separadas por calles que se interceptan en ángulo recto. Cada manzana se fraccionó en cuatro partes llamadas solares; de modo que a cada solar le correspondiera una esquina.

La conformación urbana resultante fue un tablero escaqueado. El centro de la ciudad, y lugar de fundación, es una explanada que se denomina Plaza Mayor o Plaza de Armas

Alrededor de la Plaza de Armas se señalaban los solares para la Casa del Gobernador, la Iglesia y el Cabildo y las mansiones para los Conquistadores más importantes.

En la Plaza de Armas también se ubicaba la picota y la pila de fuente, la cual en esa época no sólo era ornamental. Cuando ocurría una emergencia bélica, los encomenderos se concentraban en la Plaza de Armas a los gritos de: ¡Alarma, alarma; a las armas, a las armas!

Las prescripciones para fundar ciudades están registradas en las Leyes de Indias (libro IV). Su aplicación no fue rígida, sino de acuerdo a las condiciones concretas.

El ordenamiento urbano de las ciudades coloniales hispanoamericanas se debió a su finalidad militar; lo que constituyó un avance. El trazo en forma de tablero escaqueado facilitó la formación de barricadas, el desplazamiento de la caballería y aumentó contundencia a la artillería. Ambas armas fueron decisivas en la guerra.

En las ciudades fundadas en el siglo XVI los vecinos fueron principalmente soldados y la misma ciudad era un bastión o una base militar de donde partían expediciones a debelar sublevaciones o a despojar de sus tierras a los nativos para convertirlas en realengas; es decir , tierras de propiedad del Rey, el cual podía otorgarlas a voluntad.

Así como existieron prescripciones para el trazado urbano de las ciudades coloniales; también las hubo para la elección del lugar donde se asentaban las poblaciones.