Teodosio El Grande dividió sus dominios en el Imperio Romano de Occidente e Imperio Romano de Oriente. La capital del primero sería Rávena, mientras que en Oriente lo fue Constantinopla, que existió hasta 1453, cuando cayó en manos del Imperio Otomano.

Posteriormente el territorio de lo que fue el Imperio Romano de Occidente se dividió en diversos reinos: ostrogodos, visigodos, francos, lombardos, vándalos y gépidos. En el siglo VIII los musulmanes invadieron la península ibérica y permanecieron allí durante siete siglos, hasta 1492.

El Sacro Imperio Romano Germánico, que agrupaba territorios de lo que sería Alemania, existió desde el siglo XX hasta 1806, cuando Francisco II renunció a la corona imperial para mantenerse únicamente como emperador austríaco, debido a las derrotas ante Napoleón I.

Otro de los imperios que se formó fue el Austro-Húngaro, que duró menos de 60 años y que desapareció tras la Primera Guerra Mundial. También tenemos el Imperio Otomano, cuya forma de gobierno bajo el sultán y el califato fue abolida en 1923, luego de la Gran Guerra en Europa.

Para el siglo XX tenemos a la Unión Soviética, surgida luego de la Revolución Rusa de 1917 y que luego de la Segunda Guerra Mundial abarcó a otros estados. Duró hasta 1990. En las últimas décadas movimientos independistas y referéndums han dado origen a nuevas naciones.