“Esta islámicamente prohibido quemar a un ser humano, muerto o vivo”, sentenció Wael Shihab, especialista en estudios islámicos de la Universidad al Azhar. Se trata del centro de estudios del organismo sunita más importante del mundo.

“Dice Alá (…): ‘Quemar a un ser humano es ignorar con descaro el honor concedido a él o ella por deseo divino’”, sostiene Shihab en onislam.com. Además señala claramente que “nadie está autorizado a castigar con fuego, excepto el Creador (Dios) del fuego”, citando otra de las tradiciones del profeta (Abu Dawud, Sunan N° 2673).

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Es por esta razón que los musulmanes no reducen a cenizas los cuerpos de sus fallecidos. Tampoco los muertos pueden ser tocados por llamas terrenales.

En suma, lo que el Estado Islámico está haciendo al castigar con fuego a Muaz Kasasbeh es, en términos religiosos, tomar el rol del mismo Alá, pasar por encima de su autoridad para aplicar el castigo que solamente Él puede aplicar.

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Cabe preguntarse entonces: ¿por qué el ISIS tomó la decisión de desafiar de manera tan radical a todo el mundo musulmán? Muchos creen que la evidente violación del Corán se debe a que, en realidad, la mayoría de los yihadistas no lo ha leído y se rige por las interpretaciones que unos pocos cabecillas hacen de él.

El periodista francés Didier Francois, que estuvo secuestrado durante diez meses y conoció a James Foley, el primer norteamericano decapitado, sostiene que nunca vio un Corán en manos de sus captores. Y que las discusiones que tuvieron nunca fueron religiosas, sino exclusivamente políticas.

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De hecho, tanto Foley como Peter Kassig se habían convertido al islam. Y el Corán prohíbe también matar a un converso. La hoguera en la que se consumió el cuerpo de Muaz Kasasbeh agranda aún más la distancia entre el Estado Islámico y la mismísima sharia.

Fuente: Infobae.com