En los mapas de la península de Crimea desapareció una ciudad entera, conocida en la literatura y en las leyendas locales. Ocurrió a mediados del siglo XX, en plena Guerra Fría, cuando EE.UU. y la URSS estaban inmersos en una gran carrera armamentística.

Fue así que en el año 1953, Iósif Stalin ordenó crear un búnker soviético para submarinos capaz de resistir ante cualquier bombardero, incluido el nuclear, según cuenta el portal militar ruso Voennye Materialy.

Con este objetivo se eligió la bahía de Balaklava, una pintoresca ciudad ubicada en el Mar Negro, muy cerca de Sebastopol, donde ese mismo año comenzó de inmediato la construcción del llamado Objeto 825 GTS.

Esta vez los secretos y misterios que albergaban sus rocas eran tan altos y reales, que el mando soviético incluso eliminó la ciudad de los mapas y prohibió entrar en ella a todos, salvo a sus habitantes y al personal de la base.

Instalado dentro de una enorme roca en la cual puede caber una pirámide egipcia, la base es capaz de soportar un impacto directo de una de bomba nuclear de 100 kilotones (cinco veces más poderosa que la de Hiroshima).

Además, el búnker tiene unas puertas de 10 toneladas, que protegen la base del impacto de una bomba química o nuclear. El Objeto 825 GTS tiene capacidad para albergar a entre siete y nueve submarinos y habitabilidad para 3.000 personas durante 30 días.

Indetectable en los años 50 y 60 para los enemigos y convertida al término de la Guerra Fría en museo, la roca-bunker de 127 metros de altura está atravesada por canales artificiales de 1.500 metros de longitud, entre 8 y 9 metros de profundidad y una anchura de entre 12 y 22 metros.

Los submarinos soviéticos de los proyectos 608, 613 y 633 de la Flota del Mar Negro de la URSS entraban a la roca directamente desde el mar y salían de ella para volver a efectuar sus misiones de patrulla. En paralelo con el canal fue construido un dique seco de 107 metros para la reparación de sumergibles. La roca albergaba un arsenal nuclear.

Fuente: Actualidad RT