Todos tenemos una imagen de Jesucristo, sea uno o no creyente. Y dicha imagen es la misma para la mayoría de las personas y a penas difiere en uno o dos detalles: cabello largo, barba tupida, con túnica larga con mangas largas, un manto. Caucásico y de ojos azules. Esa es la imagen que evocamos de él.

Pero, ¿ese es realmente su aspecto? Probablemente no. Pues bien, un estudio científico responde, al parecer una pregunta que nadie formuló, pero que es importante en el sentido que nos acerca a la verdad y a la verdadera apariencia del Mesías.

Richart Neave es un experto en reconstrucción forense facial de la Universidad de Manchester y ha logrado junto a colegas del Reino Unido reconstruir el aspecto de Jesucristo, según la geografía y temporalidad en la que vivió el Mesias.

El trabajo de reconstrucción estuvo basado en cráneos semitas encontrados en Israel. Aclaran que no se trata del rostro de Jesús en sí, sino de una persona de su tiempo que tendría mucha semejanza con Jesucristo, sobre todo porque nunca se dijo en la Biblia que haya sido diferente físicamente a las personas de su tiempo.

Con la tez y el cabello más oscuro, el rostro más redondeado y grande, muestran una imagen más cercana de Jesús. Más claro o más oscuro, en cuestiones de fe los colores y las formas no tienen real importancia.

Este rostro se asemejaría al de Jesús