Pero en años recientes, esa prohibición ha adoptado una faceta letal. Uno de los principios esenciales del islam es que Mahoma era un hombre, no Dios, y que personificarlo podría provocar que se adore a un humano y no a Alá.

“Todo surge de la noción de la idolatría”, dice Akbar Ahmed, quien preside el departamento de Estudios Islámicos en la Universidad Americana en Washington. “En el islam, la noción de Dios frente a cualquier representación de Dios o de cualquier personaje sagrado es muy fuerte”.

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De cierta forma, el islam fue la reacción ante la cristiandad, que para los musulmanes se había desviado al concebir que Cristo no era un hombre, sino que era Dios. Ellos no querían que pasara lo mismo con Mahoma.

“El mismo profeta estaba consciente de que si la gente veía que retrataban su rostro, pronto empezarían a adorarlo”, explica Ahmed. “Así que él mismo se opuso a esas imágenes y dijo: ’Soy simplemente un hombre’”.

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Para muchos musulmanes, las representaciones de Mahoma, a quien veneran no solo como profeta sino como ejemplo de moralidad, no son cosa de risa. “En el contexto de Europa, en donde los musulmanes se sienten asediados en muchos países, estas imágenes no se consideran una crítica, sino un acoso. No se trata tanto de una ira religiosa, sino de venganza”, expresó.

Pero incluso en Estados Unidos, en donde los musulmanes están relativamente adaptados, los extremistas se han opuesto a que se retrate a Mahoma en South Park, el programa animado satírico, y al Día de Dibujar a Mahoma que surgió en consecuencia.

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Sin embargo, se han documentado casos en los que los musulmanes retratan al profeta, especialmente en las variantes no sunitas del islam, explica Omid Safi, profesor de Estudios Religiosos de la Universidad de Duke.

“Hemos tenido representaciones visuales del profeta en forma de miniaturas y pinturas en el contexto iraní, en el contexto turco, en el contexto de Asia central”, dice Safi, autor del libro Memories of Mohammed.

Ahmed, exembajador de Pakistán en Reino Unido e Irlanda del Norte, dice que los artistas musulmanes de los siglos XV y XVI retrataban al profeta, pero se cuidaban de no dibujar su rostro.

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“Era como si un velo le cubriera el rostro, así que los realmente ortodoxos no podían objetarlo… esa fue la solución que hallaron”, cuenta Ahmed.

Fuente: CNN